Dedicado a mi buen amigo y presidente de la Asociación de los Molinos, Enrique Tirado Zarco
Aunque cada vez tenemos más datos de la historia de los molinos y de su importancia en la villa de La Mota del Cuervo, estos no son muy numerosos, por eso, cada vez que aparece algo referente a ellos, nos llena de alegría y tenemos el deseo de comunicarlo rápidamente para el conocimiento de todo el pueblo, porque es muy grande el amor que los habitantes de La Mota tenemos por nuestros molinos y el Paraje de la Sierra donde se ubican, verdadero Balcón de la Mancha.
Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus harpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel [Q, I, II]
Uno de los últimos datos encontrados es la existencia de un molino de viento junto a le ermita de Santa Ana en el año 1615, que nos hace pensar que se construyeron gran cantidad de ellos en La Mota porque parece que se aprovechó cualquier montículo elevado que pudiera existir en el pueblo. Este molino fue propiedad de Andrés Castaño, pero lo gobernaba el molinero Miguel Sánchez de las Eras, que tenía 52 a 54 años. Estos datos fueron incluidos en mi libro que editó la Asociación de Amigos por la Historia de Mota del Cuervo, Hurto en la ermita de Santa Ana.
Durante los graves sucesos acecidos en La Mota a finales del siglo XVI, en la última década de ese siglo, se produjeron numerosos procesos, que, si bien nos muestran lo mal avenidos que estaban sus habitantes, también nos informan de muchos y desconocidos nuevos datos que atañen a su historia y devenir en los siglos futuros.
Uno de estos procesos, del que daremos buena cuenta en próximos libros, es el de los aparecidos en la casa de Juan Sánchez Celemín, escribano del ayuntamiento, del bando de los Izquierdo, coautor y encubridor de muchos de los delitos que estos cometieron siendo oficiales del concejo de La Mota. No vamos a entrar a describir este proceso, solo tomaremos de él la información de los molinos que nos proporciona.
Uno de los testigos declaraba que, el martes pasado, 16 de enero del año 1596, que serían como entre las ocho y las nueve de la noche, venía el testigo del molino de viento que llamaban “molino del Monte”, recorrió el Camino Real toda la Sierra adelante hasta que llegó al lugar en que se hace llana, donde está el campo que llamaban “La Calleja”, en este punto vio el testigo como desde fuera del camino venían atajando dos hombres; uno de ellos se fue para el testigo y el otro fue derecho a una cabalgadura que llevaba delante con una carga de harina. Cuando el testigo le vio venir de cara y acercarse tanto a él, les habló de esta manera: – ¿quién va? –
Los hombres no le respondieron palabra alguna, solo se acercaron mucho más si cabe. Al verlos tan próximos y temiendo le fueran a hacer algún daño, con un canto que había tomado cuando les vio, les dijo: – señores, ¿Qué es lo que quieren? ¿Qué es lo que buscan? –
El hombre que se había arrimado más a la cabalgadura dijo por fin: – ¿Quién es? –
Y el testigo respondió: – soy Bartolomé de las Eras –
El hombre contestó: – ¿Qué Bartolomé de las Eras? –
Y el testigo volvió a responder: – Mujeriego –
Entonces el hombre contestó: – pues va con Dios –
El hombre se quitó delante del macho y este comenzó a caminar, y Bartolomé de las Eras Mujeriego tras ella hacia el pueblo. Estaba claro que los hombres buscaban a otra persona.
Más tarde, durante los interrogatorios, Bartolomé fue preguntado por la justicia ordinaria de La Mota si, hacia la dicha parte que dijo le habían salido los dos hombres, tenía Juan Sánchez Celemín un molino de viento. Respondió que no, que el molino de viento de Celemín estaba más cerca de la villa que donde le salieron los hombres, como unos mil pasos más alejados de donde sucedió el encuentro.
Esta información tan valiosa nos dice como existieron molinos de viento en la parte trasera de la Sierra, más allá de La Calleja, cuyo topónimo se conserva actualmente en La Mota, como cabía esperar, pues somos un pueblo que conservamos nuestras tradiciones y nombres durante siglos. Este molino de viento tenía un nombre, “molino del Monte” y debió cobrar menos maquila que los anteriores porque vecinos como Bartolomé de las Eras Mujeriego se desplazó hasta un lugar más alejado y regresó cuando ya era de noche y la gente estaba recogida en sus casas. Por otro lado, el molino de Celemín debió estar situado sobre la colina donde actualmente se encuentra el Zurdo, como ahora se verá.
El jueves 18 de enero de 1596, Miguel López de Bartolomé López, vecino de La Mota, se encontraba podando unas olivas en un olivar de su propiedad que estaba situado por bajo del Pozo Seco; era la hora en que el sol se ponía cuando vio venir hacía él dos hombres por otros olivares que hacían linde con el suyo; según declaró más tarde, los dos hombres tenían muy mala figura e iban armados con espadas y armas de fuego bajo las capas. Cuando llegaron a su altura le hablaron diciendo: – Traeyes prisa –
Miguel López respondió: – no mucha, que ya me quiero yr –
Uno de ellos, el que parecía de los dos el más viejo, al parecer el de más respeto y talle, le preguntó: – diga caballero, de aquellos tres molinos, ¿el que está al cabo es el de Juan Sánchez Celemín? – Cuyas palabras dijo señalando a un molino de viento que el dicho Juan Sánchez Celemín tenía en la Sierra, junto con otros dos molinos de viento.
Miguel López respondió y dijo: – sí señoría, aquel es su molino –
El fulano preguntó de nuevo: – ¿no sale a este molino o acude algunas veces por las noches o tardes el dicho Juan Sánchez Celemín, de que hace aire, aunque agora hace poco? –
Y Miguel contestó: – a decir verdad, sepa vuestra merced que no le he visto en los molinos en toda su vida –
El forastero replicó: – ¿pues a una viña que tiene aquí en el valle es posible que no sale a podar? –
Miguel contestó: – no conozco que tenga una viña –
Con esto, le tornó a preguntar el hombre: –¿pues es posible que no sale a los inventos? –
Miguel dijo: – es un hombre que sale poco al campo, pues su oficio es de escribano del ayuntamiento –
Y diciendo estas palabras dijo a su compañero: – ahora vámonos –
Durante la conversación entre Miguel López y los dos forajidos que se desarrolla junto al Pozo Seco, topónimo y pozo que en la actualidad existen en Mota del Cuervo, tenemos noticia que Juan Sánchez Celemín era propietario de un molino en el Paraje de la Sierra, cuyo nombre bien podríamos usar para denominar a uno de los molinos actuales o que se construyan nuevamente: “el molino Celemín”; era bastante común que el propietario dejase el molino a un molinero por una renta a pagar sobre la maquila, de manera que el que gobernaba y usaba el molino era otra persona distinta del dueño, como es el caso que nos ocupa.
Desde el Pozo Seco la visión primera de la Sierra es el promontorio donde se encuentra el Zurdo, y eso debió ser lo que vieron los tres personajes descritos: tres molinos en ese primer promontorio, uno de los cuales pertenecía a Celemín. Así debió ser en el pasado, en ese lugar se emplazaron tres molinos de viento. Desde luego, tomando los datos del Catastro de Ensenada, sabemos que existió un molino en ese lugar que pagaba el mencal, por estar situado en el lugar que ocupó la espléndida fortaleza que se llamó La Mota del Cuervo. Si alguna persona tiene curiosidad y comprueba esta información en algún mapa, se puede entrever que aparecen dos círculos de molino acompañando al Zurdo, que hacen los tres molinos descritos.