Por los Caminos de Santiago. Joyas Olvidadas. San Clemente – Castillo De Santiago de la Torre – El Provencio. (Primera parte)

Dedicado a D. Benjamín Prieto Valencia que me inspiró las rutas por las Joyas Olvidadas. A la Orden del Camino de Santiago de la que soy Comendador para Castilla la Mancha y a la que quiero honrar con mis caminos. A la Asociación de Amigos por la Historia de Mota del Cuervo, a cuya junta directiva pertenezco como vocal y en la que, con pocos medios, hacemos cosas grandes.

Desde San Clemente, recorriendo el Camino de Santiago de Levante, nos dirigimos al Castillo de Santiago de la Torre, primera Joya Olvidada. Desde el castillo tomamos el antiguo Camino de Santiago de la Torre, para unir dos de los Caminos de Santiago de la Mancha, el que viene de Levante y el del Sureste que atraviesa El Provencio.

Recorrido. Mapa tomado del Sigpac

Antiguo edificio de la Casa Consistorial en San Clemente. Inicio del recorrido

Castillo de Santiago de la Torre o del Quebrado

Molino harinero del Caz del río Záncara

Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción, El Provencio

Fría mañana de finales de marzo, llegando a San Clemente comienza a llover tímidamente; comentamos lo inesperado de la situación y me siento mal, un hormigueo en el estómago causado por la inquietud que me genera la lluvia me deja intranquilo, es la primera salida y tenía que suceder en este momento, llevábamos días mirando la predicción del tiempo y nos decía que íbamos a tener un día espléndido, ¡estos hombres del tiempo!

– ¿Abortamos la marcha? No me apetece todo el día estar acompañado de lluvia –

– No, no te preocupes, continuamos. Esto es una leve llovizna, seguro que luego desaparecen las nubes – Me responde Dani.

Tuvo razón. Aunque estuvimos todo el día acompañados de un viento de levante, algo molesto, hizo un sol luminoso, pero el aire estaba moviendo las capas altas de la atmósfera y la temperatura era fría, aunque con el chubasquero íbamos protegidos más que decentemente.

Desde la carretera de la Almarcha accedemos a la calle del Arrabal, las señales del Camino de Santiago están muy presentes y nos indican con alegría que hemos llegado al punto más importante del Camino en la provincia de Cuenca, podríamos decir que es la “Caput Sant Yago vía” en la Mancha de Montearagón. Cruzamos el río Rus y nos dirigimos hacia la Plaza Mayor, las casas solariegas nobiliarias aparecen a un lado y otro de la calle dándonos a entender lo principal de la ciudad donde nos encontramos. Es temprano, aunque no en exceso para iniciar el camino, las ocho de la mañana, comenzar una hora antes hubiese sido lo idóneo; no encontramos alma alguna por las calles, una señora sale a la puerta de su casa para aderezar su acera:

– Buen camino peregrino –

– Buenos días, ¡muchas gracias señora! –

Son muy antiguas las referencias a la Mancha de Montearagón. Derek W. Lomax da noticias de un documento fechado entre 1172 y 1182 sobre una relación de productos que pagaban portazgo en Alarilla (Fuentidueña) y Uclés(1), se dice que:

“De los montaneros que venerint de Montearagón, de xx (20) carnes de coneios dé una”

En otro manuscrito fechado en 1237, sobre concordia celebrada entre las Órdenes de San Juan y Santiago(2), el comendador de Uclés en tiempos del maestre Pedro González, paga unas cabezas de ganado al de Consuegra por el agua que saca de las lagunas de Ruidera, “por la ayuda del agua de Guadiana que sacó por la Mancha de Montearagón”

El topónimo Montearagón parece que nació a consecuencia que los castellanos que viajaban hacia Valencia en el siglo XIII, que ya había sido conquistada por el rey don Jaime I y, por tanto, pertenecía a Aragón, subirían esas tierras en su camino para acceder a ella, así se decía que montaban a Aragón, de donde nació el dicho topónimo Montearagón. Eran las tierras fronterizas con el Reino de Valencia, que después formaron parte del señorío y marquesado de Villena, y que, según D. Aurelio Pretel, serían las tierras pertenecientes al Obispado de Cuenca, entre las que se encontraría San Clemente(3).

Cruzamos la Plaza del Arrabal, continuamos por la calle de la Feria hasta llegar a uno de los bellos arcos que cierran la Plaza Mayor, a nuestra derecha queda la Torre Vieja a la que luego volveremos. El viajero queda impresionado por lo que presume va a descubrir en tan bella plaza, transportado en el tiempo a una de las más bonitas que ha visto en sus largos recorridos. A la izquierda los arcos de los soportales del ayuntamiento, frente a él, algo alejados, los arcos renacentistas del antiguo ayuntamiento, en el centro la mole de la iglesia de Santiago Apóstol nos muestra una gran pared con dos ventanas en su parte superior, guardadas con sendas columnas en los laterales y un bonito remate entre ellas, a media altura otros tres ventanales, uno de ellos con su frontis coronado de tres pináculos rematados en bolas haciendo juego con los existentes en la torre del reloj, en los otros dos se adivina que debieron existir.

(1) Lomax Derek W. La Orden de Santiago (1170 – 1275), pág. 279. CSIC, Madrid, 1965.
(2) Ibídem. Pág. 262.
(3) Pretel Marín, Aurelio. En torno al concepto y límites de un topónimo olvidado. La Mancha de Montaragón. Congreso de Historia de Albacete, Volumen II, Instituto de Estudios Albacetenses. Albacete 1984.

Arco de acceso a la Plaza Mayor desde la calle de la Feria

Arcos del ayuntamiento. Arco barroco que cierra la Plaza. Mole de la iglesia

Ventanas y remate de la iglesia

A medida que cruzamos la Plaza Mayor, el antiguo edificio de la Casa Consistorial nos atrae como un imán al hierro, sin poder dejar de admirar su belleza avanzamos hacia él, todo lo de su alrededor ya no tiene importancia. Ocho columnas dóricas sustentan sus arcos y conforman el soportal de la planta baja de este bello edificio, construido en la segunda mitad del siglo XVI. La puerta de entrada es de dos vanos con sus respectivos arcos de medio punto; en la enjuta, esculpido un Hércules anciano con barba y maza, representando la fuerza y sabiduría del concejo que ha de regir al pueblo. En el extremo derecho otra puerta de arco soportado de pilastras para subir a la planta superior.

Casa Consistorial

Un friso, con triglifos y metopas de rosetones, sirve de separación entre la planta baja y la superior, que se compone de otros siete arcos soportados por pilastras, con decoración en las enjutas. Los vanos están cerrados con cristales y forja, formando una bella galería, a ambos extremos dos grandes escudos, en el centro bajo el principal, otros dos más pequeños. Su parte superior lo corona un friso de rosetones y hermosas figuras de la época, cinco gárgolas a modo de cañón, que sobresalen en exceso del edificio, sirven para expulsar el agua de lluvia. En el centro, con toda su majestad, presidiendo el edificio, un escudo monumental del rey don Carlos, protegido por el águila imperial, guardado por pilastras y cráneos de bueyes, y en cuya parte superior aparece la figura de un obispo con mitra bordeado de dos figuras de angelitos. En el extremo derecho un pináculo con un reloj solar.

A la izquierda, la torre de cinco cuerpos. La parte inferior tiene una puerta con arco de medio punto, cuyo interior sirvió de toril. Más arriba dos ventanas que son los ojos de la torre, separadas por un reloj; le sigue una espadaña con frontón partido, guardada por dos pináculos, del que arranca un pequeño torreón, rematado con pináculo, formado de cuatro pilastras que dejan entrever la campana cantarina del reloj.

Torre de la Casa Consistorial

Cierra el edificio otro bello arco de medio punto como el que traspasamos al llegar, separando y dando entrada a la Plaza Mayor desde la calle del Arco. En un sitio principal de la plaza. dos carteles rústicos nos responden porqué San Clemente es la cabeza del Camino de Santiago en la Mancha, aquí comienzan dos de las tres rutas importantes que nos conducen hasta el Apóstol, la del Camino de Santiago de Levante y la del Camino de la Santa Cruz, menos conocida, pero que también tenemos la misión de difundir.

Carteles anunciadores de Caminos de Santiago en la Plaza de San Clemente

Avanzamos sobre la plaza y nos asomamos tímidamente a la calle Trinidad. Un arco carpanel con cuatro medallones ovalados sobre impostas y pilastras rayadas, todo de gran belleza, nos deja adivinar la entrada al Convento Monasterio de las MM. Trinitarias Ntra. Sra. de los Ángeles, de Redención de Cautivos, como lo demuestra la cruz roja y azul que señorea en su entrada. Fue construido en el siglo XVI. Los trinitarios son los responsables de la liberación de tantos y tantos cristianos recuperados de los baños de Argel, donde eran recluidos después de los ataques de berberiscos y otomanos por mar, y por las tierras del Levante y Reino de Granada.

Portada del Convento de las MM. Trinitrarias

La fachada que da a la plaza tiene una espléndida entrada medieval de arco ojival cercada de alfiz hasta una imposta que sale de la pared, sobre ella una ventana geminada con columna central, dos arcos conopiales y alfiz adornado de bolas, propio de la época isabelina. Son los restos de la antigua ermita de San Nicolás, cuyas iniciales se indican sobre el escudo añadido. Como todos los edificios de esta plaza, está tocado de esa gran belleza que da la sencillez de su fábrica.

Portada medieval de la antigua ermita de San Nicolás en el Convento de las MM. Trinitarias

Al fondo de la calle se adivina la portada de la casa señorial de los Víllora, también del siglo XVI, residencia que fue del corregidor del Marquesado de Villena, la conocida “Casa de los Picos”. Enfrente, la casa del cura. Detrás nuestro, la portada norte de la iglesia de Santiago Apóstol, un arco triunfal de medio punto sobre pilastras con bóveda de cañón; en el interior un frontón partido sobre dos bellas columnas; cierra el dintel un friso de columnas grabadas y dibujos circulares; en la parte superior, centrado, un frontón triangular soportado por dos pilastras que encuadran un medallón con la figura de San Pedro.

Calle de la Trinidad y portada de la Casa de los Picos

Portada norte de la iglesia. Medallón con la imagen de San Pedro

Continuamos rodeando la iglesia para posicionarnos frente a la entrada medieval de arco ojival cerrada con un crucero, donde se han grabado la maza y los clavos que sujetaron a Cristo al madero y, como no podía faltar, una venera; en la parte alta dos dados muestran todos los números en su perspectiva caballera, en el superior, seis, dos y tres, y en el inferior, cinco, uno y cuatro; los dados con los que los soldados se jugaron la túnica de Cristo. Se ha querido ver un estilo parecido a la que se encuentra en la ermita de las Angustias de Cuenca. Me sitúo delante de ella y me pongo la capa de caballero para honrar al Apóstol.

Entrada medieval, frente a ella la Cruz de la Pasión

El caminante llega a la plaza del Pósito y encuentra lo que andaba buscando, la portada de señor Santiago. La puerta de entrada remata en un arco deprimido rectilíneo sobre pequeñas columnas con capiteles jónicos que forman la pilastra, sobre él un arco de medio punto rematado en arco conopial flamígero del más puro estilo gótico, con columnas laterales también flamígeras cuyas llamas ascienden hacia el cielo. Entre ambos arcos la figura sedente del Apóstol, con báculo y sombrero de peregrino, mira complacido al caballero que lo señala para mostrar su guía y amparo en el camino.

El peregrino frente a la portada de Santiago Apóstol

Señalando al Apóstol

Dos imágenes de próceres eclesiásticos acompañan el remate coronado del arco conopial y, sobre él, la Reina del Cielo, María, nos recibe al entrar, acompañada de seis Ángeles que la adoran. En la quietud de la mañana, sin persona alguna que enturbie el instante de emoción y recogimiento, el peregrino reza pausadamente y su alma se llena de gozo. Esta soledad, estos momentos de encontrar tu interior son los que engrandecen los Caminos de Santiago, es el motivo principal que argumentan los peregrinos cuando hablan de su peregrinar por sus caminos.

Portada de Santiago Apóstol

Tiene la iglesia en su interior tres naves de cinco tramos, los primeros son de sillares en estilo renacentista, los tres últimos son de estilo gótico, en planta basilical. En su construcción intervino uno de los arquitectos del renacimiento español que más admiro, Andrés de Vandelvira, el que aprendió y pulió el oficio con su suegro Francisco de Luna en el Convento de Uclés, Caput Ordinis.

Dos joyas guardan sus capillas. Una cruz de alabastro de tres metros de altura, datada a finales del siglo XV, de estilo flamenco, muy probablemente tallada por algún maestro flamenco de los que trabajaban en la catedral de Cuenca por aquellos años. Se representa en ella a Cristo crucificado, la Virgen con Niño, rodeado de ángeles y los Apóstoles. Esta cruz que sirvió para indicar el término de entrada y salida a la villa, se situó cerca de la ermita de San Roque. La otra es una talla románica de la Virgen de las Nieves, datada entre los siglos XI y XII.

Interior de la iglesia De Santiago Apóstol

Cruz de alabastro, siglo XV

Talla Virgen de las Nieves, siglo XI – XII

Virgen de la Nieves en la hornacina de su retablo

Frente a la entrada del Apóstol el peregrino se topa con el edificio del Pósito, otra construcción más del siglo XVI. Dos entradas escalonadas rematadas con arco de medio punto dan acceso a su interior. La principal tiene en la parte superior un paño que soporta pilastras, donde se representa el escudo real de los Austrias de bella manufactura, sobre el escudo dos carneros adoptan posición para topar; la puerta auxiliar es de sillería lisa coronada con el escudo de la villa. La planta superior y la inferior están dotadas de ventanas rectangulares bien distribuidas. Este Pósito se dedicó a almacén de grano en su cámara y carnicería de la villa en su planta baja. En la actualidad es sede de los Juzgados.

Escudo de los Austrias en el Pósito

Puerta principal del Pósito

Fachada principal del Pósito

Llegados a este punto quiero aclarar que existe una gran diferencia entre Pósito y Tercia Real, que los vecinos de los pueblos de la Mancha y los viajeros confunden con frecuencia. El Pósito era un almacén de grano (almacén de pan, como llamaban al grano en épocas anteriores), normalmente de propiedad municipal, donde, en su planta superior, se almacenaba grano y se prestaba al agricultor a un bajo interés; en efecto, cuando un labrador tenía que sembrar y no disponía de los recursos necesarios, los oficiales del pósito prestaban el grano para que pudiera realizar la siembra; más tarde, cuando se producía la recolección, el labrador devolvía lo prestado incrementado en un 2 o 3%. Fueron, pues, las primeras Cajas de Ahorro que se organizaron en España, a la temprana edad de comienzos del siglo XVI, para prestar a un muy bajo interés. Las Tercias Reales fueron los almacenes donde se guardaba el diezmo de grano en su planta superior y de vino en la inferior, correspondiente a los diezmos que se entregaban a los maestres de las Órdenes o al rey cuando pasaron a ser administradores de ellas; anteriormente se denominaban Casas de Bastimento, y a raíz que los Austrias fueron sus administradores se comenzaron a llamar Tercias Reales, por ser el tercio que le correspondía al rey (en realidad los dos novenos).

Las carnicerías de las villas eran comercios de mucha importancia para asegurar una buena alimentación de la población. Los oficiales de los concejos las cuidaban mucho, pero no así al carnicero que se le solía llamar “el obligado de las carnes”, debido a que ninguna persona quería ejercer ese oficio y siempre se buscaba a alguien que se obligaba a ello. La manipulación de animales muertos, tocar las entrañas y el resto de órganos era objeto de repulsa por toda la población, tanto es así que se forzaba a una persona, normalmente de baja calidad o morisco, para desempeñar el oficio, de ahí lo de “obligado”, al que se le solía compensar con la cesión de alguna tierra concejil para que aceptase; no se permitía ejercer ninguna función pública a quien hubiese sido carnicero en el pasado, así que el edificio era muy honroso pero el oficiante no.

Cierra la plaza un bello arco del siglo XVIII en el que, a modo de espadaña, se puso encuadrado el escudo de la villa, rematado por un frontón guardado de pináculos y volutas de gran tamaño. Curiosamente solo está decorado el lado que da a la Plaza Mayor.

Arco barroco con el escudo de la villa que cierra la Plaza

Nos resistimos a abandonar tan precioso lugar, el caballero y el peregrino se han transportado a otra realidad, a otra época de serenidad y quietud:

– Buenos días tenga vuestra merced señor caballero –

– Buen camino tenga peregrino –

Volvemos sobre nuestros pasos por la calle de la Feria a recoger nuestras mochilas y cambiar la ropa para el camino, no sin antes visitar la Plazuela de la Torre Vieja. Una torre de vigilancia de planta rectangular de piedra, con sillares en las esquinas, ventanas ojivales geminadas en las distintas alturas; segundo cuerpo almenado, gárgolas y adornos salientes de la piedra, con ventanal de arco de medio punto en una de sus caras. La entrada con arco de medio punto de sillares lisos da a la plazuela, donde unos setos y un pozo proporcionan frescor y paz al lugar; sobre la puerta una ventana geminada como todas las de la construcción, en su piedra superior un grabado.

Esta torre parece ser que fue construida a principios del siglo XV por Hernán González del Castillo, en tiempos del rey Juan II, debió de ser una torre con fines militares para vigilancia y defensa del lugar, alrededor de la cual fue creciendo la villa de San Clemente. En la actualidad alberga la Oficina de Turismo de la localidad.

Torre Vieja

Torre Vieja

Entrada principal

Ventana geminada y ovalada con grabado

Entrada auxiliar

Pozo

Los peregrinos abandonan definitivamente la Plaza Mayor calle Rafael López de Haro abajo, dejando atrás el Hospital de Santiago, construido en el siglo XVI, para enfermos y peregrinos; tuvo San Clemente dos hospitales más, el de Ntra. Sra. de la Concepción, con una celda dedicada a mujeres pobres, y el de San Sebastián que acogía a peregrinos y pobres.

Alcanzamos la Plaza del Astudillo con su pilastra soportando cinco faroles, desde allí recto por la calle de San Sebastián. Al llegar a un murete achaflanado con jardín y su palmera, un paisano nos da los buenos días, se le nota recién lavado y repeinado.

– No le importaría sacarnos una foto, es para el recuerdo ¿sabe? –

– Preparados, allá va. Buen camino, hasta la vista –

Foto para el recuerdo

Una curva pronunciada y un portalón antiguo, de los que conocí siendo niño en la Mancha Santiaguista, de los que pocos quedan, nos despiden de esta preciosa ciudad repleta de arte arquitectónico e historia, Volveremos para conocerte mejor, se dice para sí el caballero.

Portada antigua

La carretera está asfaltada y bordeada de árboles de corta edad. A lo lejos una pared enjalbegada de blanco (¡Qué bien hubiese quedado un zócalo de añil!), sobre la que se han dibujado en negro las figuras de don Quijote y Sancho Panza; de espaldas a nuestro sentido de marcha, indican la dirección de lo que también es Camino de don Quijote. Así que este camino es un GR, Camino de Santiago de Levante y Camino Cervantino de don Quijote. En honor a la verdad tengo que decir que los del Quijote lo han marcado extraordinariamente bien, cada equis distancia en el camino un poste de madera, la parte superior pintada en verde, nos señala que vamos bien; después, cada equis postes nos señala los kilómetros distantes a Las Pedroñeras, próximo fin de etapa, y los recorridos desde San Clemente. Los postes están bien cuidados y respetados, salvo algunos, muy pocos, que aparecieron caídos. Las indicaciones del Camino de Santiago, sorprendentemente, son bastante escasas, solo un poste en todo el camino hasta el castillo, a excepción de una flecha pintada en amarillo detrás de una señal de tráfico. A señor Santiago no le gusta mucho que no se indique su camino de peregrinación.

Salida de San Clemente

Don Quijote y Sancho nos indican el camino

El paisaje es el manchego, no hay que decir más salvo para los forasteros, una planicie donde se pierde la vista, pinos piñoneros al fondo (San Clemente tiene récord de producción de piñones) viñas y plantaciones diversas entre las que sobresale el ajo; las tierras que no tienen cepas verdean como un mar infinito de sargazos. Hoy día conviven las plantaciones de cepa clásica con las técnicas más modernas de cepas protegidas y elevadas, con la tierra bien arada y cuidada; no sin ánimo de vanagloria la Mancha es y será la región del mundo con más porvenir en sus caldos. Por lo demás el camino es tranquilo, algún tractor o furgoneta de labriegos que van a atender sus tierras, el silencio, las palabras de ánimo y risas que nos decimos de cuando en cuando.

Cepas y pinos

Casi sin darnos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos hemos alcanzado la primera altura, desde donde, como la mujer de Lot, volvemos la vista atrás para despedir los brillos de San Clemente.

San Clemente brilla al final de la cuesta

Viñas, verde y pinos, más verde, más viñas, las piedras se amontonan en el camino. Toda la tierra se divide en pagos: Pago de las Hazas de Meneses, Pago de Masegares, Pago del Gredal, Pago de la Casa del Tesorero, Pago del Corral de Dámaso…

A lo lejos, al abrigo de otro montón de piedras, nos saluda la carrasca solitaria, recuerdo de un pasado donde predominaba el bosque mediterráneo de encina, donde los sotobosques y las dehesas se daban continuidad en un mar infinito, del que se alimentaba la tierra, los animales y los hombres, de las bellotas sin par de la Mancha Santiaguista:

“Sancho asimesmo callaba y comía bellotas, y visitaba muy a menudo el segundo zaque, que, porque se enfriase el vino, le tenían colgado de un alcornoque” [Q,I,cap.XI]

“Dícenme que en ese lugar hay bellotas gordas: envíeme hasta dos docenas, que las estimaré en mucho, por ser de su mano” [Q,II,cap.L]

“Pésame cuanto pesarme puede que este año no se han cogido bellotas en este pueblo; con todo eso, envío a vuestra alteza hasta medio celemín, que una a una las fui yo a coger y a escoger al monte, y no las hallé más mayores: yo quisieran que fueran como huevos de avestruz” [Q,II,cap.LII]

La carrasca solitaria

Llegamos a una quintería que ha cambiado los cipreses de salutación romana por unas tinajas toboseñas. Enseguida cruzamos la Acequia de Marcelén falta de agua, como todas las de temporada de la Mancha Santiaguista.

“¡Oh tobosescas tinajas, que me habéis traído a la memoria la dulce prenda de mi mayor amargura!” [Q,II,cap.XVIII]

Tobosescas tinajas

La Acequia Marcelén viene seca como todos los cursos de agua en esta pertinaz sequía; mucho más abajo se une al río Rus

A poca distancia una carretera asfaltada, es la consecuencia del progreso, que tapa el antiguo camino que iba desde El Provencio hasta la Alberca de Záncara. ¡Cuidado con los coches, peregrino! No podemos frenar nuestro impulso de sacar una fotografía junto al pozo cercano a la carretera, tan encalado y limpio.

Pozo junto al camino

En el horizonte, todavía a mucha distancia, se divisa la silueta de la torre del homenaje del Castillo de Santiago de la Torre. Llegamos a un cruce de caminos, continuamos por la ruta principal sin desviarnos, para, un poco más adelante, girar a la derecha, no tiene pérdida porque allí se encuentra el único poste anunciador del GR 239 y del Camino de Santiago de Levante, además el castillo no da lugar a confusión. Nos movemos ligeros por las Lomas de Santiago entre campos de ajos regados por aspersión, el frescor de la humedad mecida por el aire nos da ánimos para el primer descanso de la etapa.

Poste del Camino de Santiago

A lo lejos, Santiago El Quebrado

Frescor de los aspersores

Cada vez más cercano el castillo nuestros pies vuelan, el deseo es grande por llegar, la ilusión más aún. La marcha ha sido muy buena, una media de 5 km/h tras muchas paradas para sacar fotografías durante el recorrido. Por la calle principal de las escasas viviendas y pajares de la aldea, entre montañas de escombros, balas de paja y estiércol para ser usado como abono, llegamos hasta nuestro principal destino: Santiago de la Torre, antes llamado Santiago El Quebrado y El Quebrado, pues ese era el nombre del lugar donde se situó. Entre sus grietas y arrugas, como una vieja señora, deja entrever su grandeza y hermosura pasada la “Primera Joya Olvidada” que el Presidente de la Diputación de Cuenca, Ilmo. Sr. D. Benjamín Prieto Valencia quiere pulir para que tan extraordinario diamante brille con luz propia.

Se acerca el castillo

Santiago de la Torre

Santiago de la Torre

Alrededor de una torre rectangular de la época de la Reconquista, siglo XIII, se construyó un castillo de planta cuadrada de muralla almenada, protegida por cinco torres de cubos cilíndricos, dominando un altozano sobre la ribera del río Záncara, en el lugar que llamaban El Quebrado(4). Es por eso que es una falsa torre del homenaje ya que su construcción es muy anterior al resto de la edificación. Desde mi punto de vista dos hechos lo evidencian: la puerta de acceso a la torre está elevada sobre el suelo, propio de las torres de defensa y vigilancia que usaban escala para poder entrar a ella con objeto que los asaltantes no lo pudieran hacer fácilmente; en segundo lugar el nombre, se llamó inicialmente El Quebrado, luego pasó a denominarse Santiago “que agora dicen Santiago”, para más tarde llamarse Santiago de la Torre, no del castillo como cabría esperar si hubiese sido una fortaleza. No es apreciable a nivel de suelo, pero el castillo domina una planicie de gran extensión.

La torre presenta una entrada de sillería con arco ojival apoyada sobre bellas impostas, típica de las torres defensivas del medievo. Debió de tener tres pisos con ventanas geminadas, todas con arco trilobulado y columna central, excepto una en la segunda altura con arcos de medio punto; las ventanas superiores, de mayor vano, disponen también de arco trilobulado.

Torre

Debió de existir una sola entrada principal en la muralla, el resto de huecos y ventanales han sido abiertos, sin ningún pudor y mesura, en épocas posteriores. Estaba situada perpendicular a la torre, parece que fue dotada de arco de medio punto con balcón superior en altura, soportado por bellos matacanes. Los adornos de las almenas son de bello porte. Parece que los cubos tuvieron troneras para uso artillero en el siglo XV. Es una pena que el hastial frontal se haya derrumbado recientemente, pues he podido ver fotografías en libros que lo muestran en todo su esplendor.

Balcón sobre cinco matacanes

El interior se encuentra muy destruido. Se han realizado muchas obras y nuevas dependencias que lo han perjudicado, por lo que necesita de una urgente intervención.

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