Breve historia de Puebla de Almenara y su fortaleza

Torre, faro, alminar que se usa a modo de señal, Jebal-Al-Minhar, la montaña de Menara o Alminara, como las Al-Manarah usadas en las tunecinas Monastir y Gabes, o la Al-Manara de Cádiz que Al-Zuhrí comparaba con la de Alejandría[1]. Y su fortaleza en la Sierra Jablameña, Calameña, Jarameña, Jalameña, todas para indicar lo mismo: la montaña.

[1] Corchado Soriano, Manuel. «Toponimia Medieval …» págs. 33-61. Pretel Marín, Aurelio. «Alacaraz y su tierra en el siglo XIII» pág. 73, Instituto de Estudios Albacetenses «Don Juan Manuel», Albacete 2008.

Una de las torres de la fortaleza de Almenara

Esas raíces árabes de la Puebla, su Sierra y la fortaleza no dan lugar a duda que los primeros pobladores de Almenara fueron los moros, aunque otros pueblos habitaron la llanura, cultivaron y labraron en ella, como los romanos de Segóbriga en el siglo I, desde la calzada romana que sale de la ciudad en dirección sur, atravesando el Gigüela y la cañada de Cabeza de Griego, hasta enlazar con el antiguo Camino de los Arrieros, probable continuación de esa calzada, colonizaron la llanura y extrajeron el lapis especularis, el yeso espejuelo de las minas de la Fossa, el cristal que usaron para cubrir sus ventanas y dar luminosidad a sus viviendas.

Calzada romana de Segóbriga

Alminara debió de nacer como lo que indica su nombre, una torre para hacer señales en un lugar fronterizo, construida durante los siglos XI o XII, datada en las mismas fechas que la torre árabe existente en la vertiente sur de la cima de la colina de Segóbriga; curiosamente una y otra se miran, lo que nos indica que formaron parte de un entramado de atalayas que vigilaban el territorio de los Ibn-Di-l-Nun. Es muy probable que se formara una población en torno a esa torre y un villarejo desde el que una población musulmana cultivase la tierra.

Estos Ibn Di-l-Nun llegaron a constituir un Reino de Taifa muy importante, para acabar gobernando, los últimos de ellos, en la joya Tulaytula. Era una familia bereber que llegaron en la época de la invasión, se establecieron en Santabariyya, cerca de la ciudad romana de Ercávica, en la actual provincia de Cuenca, y desde allí controlaron una amplia zona que comprendía la propia Cuenca, Uclés, Huete, Alarcón e Iniesta, enfrentándose al poder omeya del califato de Córdoba. En la época de la decadencia del califato, primer tercio del siglo XI, Abd al-Rahman consiguió ser nombrado oficialmente, por el propio califa, señor de Santaver, Cuenca, Huete y Uclés, quien entregó a su hijo Ismail al-Záfir el gobierno de Uclés el año de 1018. Desde allí pudo controlar toda la zona de la Puebla de Almenara y, quien sabe, si mandar construir la torre.

 Torre árabe al sur de la colina de Segóbriga, mirando en dirección a Almenara

Ismail fue el primer rey de la Taifa de Toledo el año de 1032. A su muerte, en 1043, le sucedió su hijo Al-Mamun, amante de las letras y con una ambición grande en la expansión de su reino; se anexionó la Taifa de Valencia y estuvo a punto de hacer lo propio con la de Córdoba, sino fuera por la ayuda que prestó a dicha ciudad el rey de la Taifa de Sevilla Al-Mutamid, el que fuera más tarde suegro de Alfonso VI al permitir el matrimonio de éste con su hija Zaida. Al-Mamun consiguió así gobernar un extenso territorio en el que estaba incluida la Puebla de Almenara y su torre de señales. Gobernó con acierto, pero cometió un irreparable error al final de su reinado, acoger en la ciudad de Toledo en 1072 a Alfonso VI, cuando perdió el trono ante su hermano Sancho II. Alfonso tuvo mucho tiempo para conocer, estudiar y pensar en cómo conquistar una de las joyas del Islam, cosa que sucedió el 25 de mayo de 1085 cuando entró en Toledo, derrocando al sucesor del rey moro que le acogió y que le pagaba parias de vasallaje, su nieto Al-Qádir, que fue apartado del gobierno y enviado como rey a la Taifa de Valencia.

 Bote de marfil con el nombre de Ismail al-Zádir

Esta pérdida tan llorada por el mundo musulmán, no podía quedar sin venganza. Preocupados por las conquistas de tan extenso territorio y ante la presión de Alfonso VI sobre los reinos de taifas, sus reyes pidieron auxilio al emir de los almorávides, Yusuf ibn Tasufín; fue la primera gran invasión tras la conquista de España en el siglo VIII. Los almorávides ganaron batalla tras batalla a los cristianos, hasta replegarlos hacia la frontera del Tajo. Un hijo de Yusuf, gobernador de Córdoba, Tamim, el año de 1108, se dirigió hacia el norte para intentar recuperar Uclés, Alfonso VI ya enfermo y moribundo envió a contenerle a su famoso y conocido capitán Álvar Fáñez, que había luchado junto al Cid en numerosas ocasiones, le acompañaba Sancho Alfónsez, el heredero e hijo de Zaida. Allí, en Uclés se dio esa importante batalla donde los cristianos sufrieron una dura derrota y donde Sancho encontró la muerte. Esta tierra de Almenara debió de jugar un importante papel en los preparativos de esa contienda, al ser lugar fronterizo y de correrías, perteneciente a los lugares que fueron conocidos, durante toda la mitad del siglo XII, como “la tierra de Álvar Fáñez”.

Estatua de Álvar Fáñez en Burgos

Todas estas tierras al sur del Tajo se convierten en una extremadura, una franja fronteriza despoblada, donde no se puede ni nadie quiere vivir. La alminara jugó un importante papel al ser faro luminoso de avisos y noticias de avances y luchas entre cristianos y moros. Al final del siglo, tras la conquista de Cuenca por las tropas de Alfonso VIII, ayudado de las Órdenes Militares, el 21 de septiembre de 1177, la torre es conquistada por los caballeros de la Orden de Santiago, cita que quedó reflejada en los manuscritos de la Orden en Uclés[2]:

“Almenara, castillo llamado también Santiago de Jalameña, fabricado por la orden en suelo propio para refrenar a los moros del obispado de Cuenca: da sobrenombre a la Puebla de Almenara; y se hace visible a gran parte de la Mancha alta. Este castillo se debió hacer hacia el año de 1177: Se conserva aún la cuenta de los gastos de su fábrica”

[2] Abate don Lorenzo Hervás. «Descripción del Archivo de la Corona de Aragón y Noticia del Archivo General de la Militar Orden de Santiago» pág. 8, Cartagena, 1801.

Los santiaguistas ocupan el lugar de Almenara, refuerzan la torre de señales construyendo quizá una pequeña cerca para que sirva de defensa de ella y, si existió un villarejo musulmán, difícil por su condición de extremadura, es probable que fuese repoblado en virtud de su afán colonizador, según mandatos que recibieron del mismo rey Alfonso VIII.

 La Orden de Santiago conquista la torre y edifica un castillo

Esos dos importantes bastiones, Uclés y Cuenca, en poder de los castellanos, facilitaron el camino hacia el sur. Hacia 1182 se encuentran en las tierras próximas a Bellomonte (Belmonte), incluidas las tierras de Mota del Cuervo y Manjavacas hasta el Záncara. Dos años más tarde, 1184, se toma la fortaleza de Alarcón después de otros nueve meses de asedio, encrucijada importante en los caminos de Valencia y Murcia. Su conquista supuso un notable avance y pronto se aborda su repoblación, dotándola con un primitivo fuero en 1186. Alfonso VIII la entregó a la Orden de Santiago, pero el rey temeroso del gran poder que venía tomando, le retira el gobierno de la villa hacia 1203 y durante todo el resto del siglo XIII pasó a ser dependiente de su propio concejo, extendiéndose en un amplio alfoz, del que formaba parte la Puebla de Almenara, y que llegó hasta los límites de los territorios de la Mancha Santiaguista. La Orden solo recibiría por parte del rey los derechos de otro hospital como el de Cuenca, el Hospital de Cautivos de Alarcón, que se fundó al tiempo que los santiaguistas abandonaron el control de la ciudad en ese mismo año.

Una de las entradas de Alarcón, dedicada don Juan Manuel

Parecía que se había asegurado un importante trozo de terreno, difícil de volver a recuperar para los musulmanes, pero nada más lejos de la realidad. El año de 1145 aparecen en la Península los almohades, llamados por los reyes de taifas para que les sirvan de ayuda en su lucha contra los cristianos y los propios almorávides que se habían apartado de la pureza de la religión mahometana. Llegan a la cabeza de su califa Abd Al-Mumin, al que sucedería su hijo Abu Yaqub. Terminada la conquista del alfoz de Alarcón, el avance cristiano en tierras de la Mancha Santiaguista, hacia el año 1190, había provocado temor al califa Abu Yusuf Yaqub al Mansur, que pensaba que el avance sobre Al Andalus era inminente; ello le llevó a solicitar a Alfonso VIII la firma de un pacto que fijaba un período de paz. En los años siguientes, Abu Yaqub tuvo que regresar a Africa para sofocar las revueltas que se estaban produciendo. Mientras, Alfonso VIII estaba terminando de construir la ciudad y fortaleza de Alarcos junto al Guadiana, próxima a la actual Ciudad Real, aunque restaba por terminar su muralla. En 1195 el Arzobispo de Toledo, don Rodrigo Jiménez de Rada, organiza una cabalgada en las coras de Jaén y Córdoba, las que saquea y devasta, llegando hasta los alrededores de la ciudad almohade de Sevilla. Esta incursión exacerbó el ánimo del califa Abu Yaqub que organizó un poderoso ejército y cruzó el Estrecho de nuevo.

Alfonso VIII, temeroso del avance del califa almohade, juntó sus tropas en Toledo y marchó hacia Alarcos al encuentro de los musulmanes, cometiendo la imprudencia de no esperar las tropas de auxilio que había pedido a los reyes de León, Navarra y Aragón, que avanzaban al mando de Alfonso IX de León y Sancho VII de Navarra[3]. El encuentro entre cristianos y musulmanes se produjo el 19 de julio de 1195, fecha aciaga para la reconquista, pues se produjo una importante derrota que frenó el avance hacia Al Andalus, con importantes bajas entre los cristianos, entre ellas la del maestre de la Orden de Santiago, Sancho Fernández, que murió a los pocos días a consecuencia de las heridas sufridas en la batalla. Las consecuencias no se dejaron de notar: en los años sucesivos, los almohades llegaron hasta las puertas de Toledo y Alarcón, pero no pudieron doblegar a ninguna de ellas, aunque sí devastaron toda la llanura manchega y los territorios conquistados en las décadas pasadas, llegando hasta Uclés y llevando nuevamente la frontera a las riberas del Tajo. La Puebla de Almenara y su fortaleza, junto con sus campos, fueron entonces almohades.

[3] Se dice que Alfonso IX no marchaba muy rápido con sus tropas, debido a las grandes diferencias que mantenía con Alfonso VIII, pues, hasta hacía bien poco habían estado guerreando por mantener la posesión de distintas villas, incluso Alfonso IX de León había pactado con musulmanes que le cedieron tropas para la guerra contra su primo Alfonso VIII.

Almenara y su tierra pasaba de mano en mano, a veces musulmana, a veces cristiana, volvió a ser una extremadura, una tierra de nadie. Tuvieron que pasar diecisiete años para que Alfonso VIII se recuperase de tan duros golpes que habían infringido los almohades. El 16 de julio de 1212 se produce la batalla de Las Navas de Tolosa, cerca de Santa Elena, donde una coalición de reyes cristianos al mando del castellano, vencieron al califa almohade Muhammad An-Nasir, el Miramamolín de las crónicas. Allí estuvieron los ejércitos de Aragón con su rey Pedro II, los de Navarra con su rey Sancho VII y los de Portugal con su rey Alfonso II, además del Arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, y todas las Ordenes Militares, entre ellas la de Santiago con todos sus caballeros y su maestre Pedro Arias a la cabeza de ellas; fueron tan graves las heridas que sufrió el maestre que murió en los primeros días de agosto como consecuencia de ellas.

Batalla de las Navas de Tolosa

Los efectos secundarios de la batalla fueron terribles para los almohades, jamás se recuperaron de tan grande derrota, suponiendo el declive de su predominio en al-Ándalus y en el Norte de África. Los reyes cristianos sucesivos, Fernando III de Castilla y Alfonso X, llevaron sus conquistas a límites jamás sospechados, anexionándose las ciudades importantes de Córdoba, Jaén, Sevilla, para quedar los musulmanes relegados al Reino de Granada. Pero lo más importante para nuestro estudio es que todo el alfoz de Alarcón y la llanura manchega quedaron libres de moros.

Después de Las Navas, Alfonso VIII y Jiménez de Rada marcharon contra la importante villa de Alcaraz, que se conquistó tras un duro asedio. Se le otorga fuero y se crea un concejo de realengo de la misma importancia que el de Alarcón años atrás, siendo el gobierno de las iglesias que habían existido antes, asunto del Arzobispado de Toledo, mientras las de nueva creación, de la Orden de Santiago. Este hecho traería, a la larga, muchos conflictos y pleitos, por un lado, del concejo de Alcaraz con la Orden de Santiago por la posesión de términos, y por otro, de Rodrigo Jiménez de Rada con la Orden, pues estos últimos consideraban que las iglesias les pertenecían, mientras que el arzobispo alegaba que eran asunto del Arzobispado, puesto que decían que la regla que impuso el rey era que las iglesias pertenecientes a la Orden serían las que se fundasen de nuevo en despoblados, no en lugares reconquistados.

Alcaraz en posesión de los cristianos, ya nada impide que se recuperen todos los lugares y villas del Campo de Montiel, los castillos de Alhambra, la Algecira, Eznavejor, para terminar con el de la Estrella, en el mismo Montiel en el año 1227.

Castillo de Alcaraz

El Campo de Montiel y la Mancha Santiaguista están limpios de ataques musulmanes, las fronteras se han desplazado muy hacia el sur, el temor a las razias es casi inexistente y, por consiguiente, las Órdenes Militares comienzan la tarea de repoblación que les ha sido encargada por los diferentes reyes cristianos, y, junto con la repoblación, la lucha y los pleitos por la propiedad del terreno concedido.

El concejo de Alcaraz recibe del rey una muy importante cantidad de términos que llegan por el norte hasta Gúzquez, Villamayor y Almenara, es por eso que en 1213 nuestro lugar se encuentra en los límites que forman Alarcón, las tierras de Santiago y las del nuevo Concejo de Alcaraz. Estas concesiones tienen un motivo importante: frenar el crecimiento de la Orden de Santiago, cuyo poder es tan grande que está próximo al del rey, a la vez que detiene la intromisión en estos terrenos concejiles. De Alarcón ya fueron echados, quedando a su servicio solo la Encomienda del Hospital de Alarcón, a semejanza de la que se creó en Cuenca.

Aun así, pasaron muchos años antes que se delimitaran los territorios entre esos tres grandes poderes, hecho que sucedió durante el reinado de Fernando III, por su mandato. La Orden de Santiago con el Concejo de Alarcón el 28 de septiembre del año 1241, víspera de San Miguel; y la Orden de Santiago con el Concejo de Alcaraz el 18 de febrero de 1243 en Valladolid. Nos interesa la primera partición porque dio lugar a que todo el territorio donde se halla la Puebla de Almenara quedó de lado del alfoz de Alarcón y, más tarde, del señorío y marquesado de Villena, quedando la Orden de Santiago privada de repoblar esos lugares que tan cerca estaban de su Caput Ordinis de Uclés.

Bernabé de Chaves nos hace una breve descripción del deslinde que se hizo:

«… y para venir en conocimiento de la extension de terminos del Castillo y villa de Uclès, se observa que, con orden y mandato del Señor Don Fernando el Santo, los dividiò, (sacado n. 12. y cax. 113. n. 16.) el Obispo de Cuenca Don Gonzalo, en la era de 1279. y año de 1231. Señalando por la parte de Alarcòn, por pertenecientes à Uclès, desde Jigüela, hasta la Puente de Domingo Perez, y à la Sierra de Jablameña, Aguas vertientes, hasta el fin de la Sierra, y à un Collado en la carrera de Fuente Anaya a Guzquès, y donde se juntan las Carreras, que vàn al Finojoso, y de alli al Pozo del Finojoso, y à la entrada del campo de Algive, y al Pozo de Algive, por Somo de Alcoi, y à las Mesas-Rubias, y à la Fuente del Espino; siendo lo de la mano derecha de Uclès, y lo de la siniestra de Alarcòn; y en esta particion de términos intervino el Maestre Don Rodrigo Yñiguez, y el Capitulo de la Orden».

En el año de 1241, por mandato del Rey Fernando III el Santo, el Obispo de Cuenca, don Gonzalo Ibáñez (de 1236 a 1246), procede a la división de territorios entre el Priorato de Uclés y el Concejo de Alarcón. Sucedió en el mes de septiembre, la víspera de San Miguel, estando presentes, además de don Gonzalo, el Maestre de la Orden de Santiago D. Rodrigo Íñiguez con su Capítulo, los concejos de Alarcón y Uclés. Asisten como testigos quince freires de Santiago, cinco de la Orden de San Juan, dos canónigos que acompañan al Obispo, catorce vecinos de Uclés y dieciocho de Alarcón.

En fechas anteriores, según declaración del propio Obispo, Uclés y Alarcón habían puesto mojones para separar la zona de contacto que iba entre el río Gigüela y la Sierra de Almenara, es decir existió un amojonamiento anterior a este definitivo.

Los alcores de la Sierra de Almenara sirvieron para amojonar y separar el Concejo de Alarcón de los territorios de la Orden de Santiago

Chaves se confunde en dos cosas. La primera es que marca el año de 1231 como la fecha en la que se realiza la división de territorios, cuando en realidad tuvo lugar en el año de 1241. Es claro el error, ya que señala la era de 1279; la diferencia entre eras y años es de 38, por tanto, es evidente que el año es el de 1241. Así mismo, se puede comprobar por los años en que don Gonzalo fue Obispo de Cuenca; éste estuvo al frente del obispado entre los años 1236 y 1246, así que no pudo suceder en el año 1231. El segundo error es que llama la Puente de Domingo Pérez, cuando el nombre verdadero es la Fuente de Domingo Pérez, una de las villas que más tarde veremos como la perjudica don Juan Manuel en favor de la Puebla de Almenara, durante su repoblación del año 1332.

Mojonera de Almenara y Segóbriga al fondo

Dividen y amojonan el territorio de norte a sur; la parte izquierda, según bajan desde el Gigüela hasta el Záncara, para el concejo de Alarcón, y la parte derecha, para la Orden de Santiago. El deslinde comienza en el río Gigüela, desde la Fuente de Domingo Pérez, hasta el villar de Sancho el Cojo, que no está en la relación de Chaves, pero sí en el texto original; en ambos concejos se colocan mojones, hasta el comienzo de la Sierra Jablameña[4]. Continuaron por dicha sierra (actual Sierra de Almenara, que se extiende de norte a sur, desde el río Gigüela, con una longitud de 7 km), por sus cimas, ya que menciona aguas vertientes[5].

[4] Las aldeas de Fuente de Domingo Pérez y Sancho el Coxo, en la zona cercana a la de aldea de La Cabeza de Griego, seguramente, ya pertenecían a la Orden con anterioridad a la división de términos. Hacia el año 1228 La Cabeza de Griego ya estaba poblada y tenía concejo. En estas fechas, María Pérez, viuda de Domingo Martín de Cabeza de Griego, y sus hijos, ceden a la Orden dos tierras en la ribera del Gigüela. Rivera Garretas, María Milagros. “La Encomienda, el Priorato y la villa de Uclés en la Edad Media, 1174-1310 …”

Domingo Pérez fue ayo de la infanta Beatriz de Castilla, hija de Alfonso X y de Violante de Aragón, hija de Jaime I el Conquistador. Recibió, por permuta, unas tierras cercanas a la población de Cabeza de Griego, en la ribera del Gigüela, realizada con el subcomendador de Uclés don Diego Ruiz, en el año de 1259, actuaron como testigos, don Jannego, don Pedro Mínguez y Johannes Marín de La Cabeza.

[5] Las alturas más significativas de esta sierra son: Cerro Mojón, 1005 metros, que hace referencia a la división que nos ocupa; Castillo de Almenara, 1015 metros; Cerro de La Cruz, 1059 metros.

«Conoscida cosa sea a todos los omes los que esta carta vieren, quemo nos don Gonçalvo, por la gracia de Dios obispo de Cuenca, viniemos partir el término d´Uclés e de Alarcón, por mandamiento del rey don Ferrando nuestro sennor, rey de Castiella e de Toledo e de León e de Gallizia e de Córdova. E fallamos que el conceio d´Uclés e de Alarcón que avíen partido su término desde Xufela fata la Fuent de Domingo Pérez, e en el villar que dizen de Sancho Coxo pusieron y sus moiones por abenencia de amos los sobredichos conceios. E de la Fuent de Domingo Pérez adelant pusieron por moión la Sierra de Jablamenna, assí como las aguas vierten, fata´l cabo de la Sierra. E del cabo de la Sierra adelant fallamos que non avíen partido fata la Fuente del Espino, e partiémoslo nos en esta manera e pusimos los moiones: el primero moión es en la penna que es en cabo de la Sierra de Jablamenna e el otro moión pusiemos en el collado que es en la carrera que va de Fuent Annaya a Gúzques, e entre´stos dos moiones pusiemos otros que recuden a éstos …”

Durante el primer tercio del siglo XIV suceden los hechos claves para el nacimiento y desarrollo del concejo de la Puebla de Almenara. Tras el acuerdo de 1304, en Torrellas, entre el rey de Aragón (Jaime II) y el castellano (Fernando IV), por las conquistas y propiedades de las tierras del Reino de Murcia, aparece en escena un noble influyente, que estuvo jugando a conciliar los dos bandos en esta contienda, como vasallo de uno y de otro en pos de su propio beneficio. Don Juan Manuel, hijo del infante Manuel, había heredado de su padre el señorío de Villena; aprovechando el acuerdo entre Aragón y Castilla sale beneficiado con la posesión del concejo de Alarcón y los lugares de su extenso alfoz, con villas tan importantes como Belmonte y el Castillo de Garcimuñoz, las dos posesiones más queridas por él. Fernando IV muere y le sucede su hijo Alfonso XI, menor de edad, quien fue manipulado y manejado por los nobles para sacar provecho de su situación. Cuando Alfonso XI adquiere la mayoría de edad para gobernar, trata de eliminar a los nobles poderosos que atentaban contra su poder real. Don Juan Manuel se rebela y se opone al rey, pues es señor de un extenso territorio del que emana un gran poder económico y militar; la situación se agrava y llegan a enfrentarse, se producen numerosas escaramuzas y venganzas de un lado y otro. Por agotamiento de recursos, sobreviene una tregua, pero don Juan Manuel siempre mantuvo en su fuero interno el deseo de rebelión contra el rey.

Don Juan Manuel. Retablo Virgen de la leche, Catedral de Murcia

Sucede este año de 1332 que don Juan Manuel considera estratégico, para sus propósitos de rebelión, el castillo de Almenara y, aunque es una zona que se encuentra muy poblada (Fuente de Domingo Pérez, Aceñuela, San Miguel, Hontanaya y Almonacid), da beneficios a las personas que quieran venir a habitar la Puebla, con un claro propósito de usar esa mano de obra en la construcción del castillo: “e vos que pobledes e fagades la Puebla cerca del mío Castillo de Alemenara”, a la vez que despoja terrenos del término de la Fuente de Domingo Pérez, quitándole a los vecinos la exclusividad para hacerlos mancomunales y así favorecer el establecimiento en la Puebla de Almenara de los nuevos colonos, además de obligar a las otras aldeas a vender a Almenara las tierras no cultivadas que hicieran linde con su término. El lugar escogido, además de lo estratégico de la fortaleza, tiene que ver también con una política de fomento y desarrollo económico por el aprovechamiento de las fuentes y aguas subterráneas. El mismo don Juan Manuel dice en su libro de caza que es la tierra más excelente para cazar que jamás ha visto.

Para la repoblación trae gente de Alicante con el permiso y beneplácito de su suegro Jaime II, principalmente mudéjares y moriscos, pero no solo estos, también vasallos a los que debe recompensar por favores y trabajos prestados. Les favorece con la concesión de la exención de pechos, pedidos y martiniegas, les asigna un término para aprovechamiento comunal, les permite un ligero autogobierno y un cierto beneficio en las tierras mancomunales que ha creado con las tierras de las otras aldeas. Se reserva el diezmo, la aplicación de justicia y la moneda forera, derechos que le corresponden como señor; el diezmo era compartido con la iglesia, el obispado de Cuenca al que pertenecía. Podemos considerar que estos privilegios constituyen la carta puebla que fue dada el 22 de marzo de 1332.

Cabecera de la relación de privilegios de Puebla de Almenara. Comienza con el privilegio de Carta Puebla que concede don Juan Manuel, en marzo de 1332. Propiedad del Archivo Histórico de la Nobleza, [AHN,OSUNA,C.2048,D.1]

Además de la edificación de la fortaleza de Almenara, inicia otras acciones que le ayudarán en la revuelta, vende ganados y mercancías, acuña moneda falsa en El Cañavate y permite a sus vasallos allegados actuar como salteadores de caminos. Alfonso XI no queda impasible ante estos hechos; ejecuta a 26 salteadores pertenecientes a la gente de don Juan y le obliga, mediante fuertes amenazas, a abandonar los trabajos que realizaba en la fortaleza. Es muy probable que don Juan Manuel llegara a terminar la muralla que rodeaba la torre antigua y principal o quizás el maestre de la Orden de Santiago, Vasco Rodríguez, que recibe la orden del rey Alfonso XI el 16 de abril de 1337 de edificar la fortaleza de Almenara, ya que en el momento en que la confrontación entre el rey y el señor de Villena está en su punto álgido, los freires de la Orden tomaron posesión de ella, aunque más tarde, cuando las aguas volvieron a su cauce, es devuelta a don Juan Manuel.

Primeras construcciones del castillo

Una serie de trágicos acontecimientos, o quizás no lo fueran por ser provocados, tiene lugar en los próximos años. Don Juan Manuel fallece el año de 1348, dos años más tarde le sigue Alfonso XI, con el que tanto guerreó. El sucesor del Infante, Fernando Manuel, muere en 1351, quizás envenenado por el nuevo rey Pedro I. Toma el cargo del señorío su hija Blanca Manuel, pero, al ser menor de edad, el rey la traslada a la corte en Sevilla y queda al cargo de Íñigo López de Orozco, vasallo de Pedro I. Blanca muere de modo extraño al comienzo de la Guerra Civil entre Pedro y el Trastámara. El señorío se lo disputan ahora Pedro I, que lo entrega a su hijo Sancho, y Enrique de Trastámara que hace valer sus derechos por estar casado con Juana Manuel, hija de don Juan y hermana de Fernando Manuel.

Vista aérea de la fortaleza

Tras el fin de la guerra civil, la dinastía Trastámara toma el gobierno de España, Enrique II es rey y señor de Villena. Ahora tiene que pagar a todos los nobles y caballeros que le han ayudado en esa guerra fratricida que ha durado diez años, en el período que transcurrió entre 1361 – 1371. Fue el caso de Alfonso de Aragón, hijo del Infante don Pedro de Aragón, que, por la ayuda que le venía prestando al rey en la guerra, recibe el señorío de Villena, pero ahora engrandecido con el título de marquesado; así se convierte en el primer marqués, confirmado en Burgos el 5 de febrero de 1367, y Puebla de Almenara pasa a formar parte de las villas del marquesado al que irá unido su destino para siempre, ya que le impone el rey que sus tierras no se pueden vender ni dividir.

“… mayormente en el conquerimiento de los nuestros regnos…”

“… las villas e castiellos de los lugares que se siguen: Villena, Sax, Yecla, Almansa, Fellín, Tovarra, Libriella, Chinchiella, Alcalá, Xorquera, Ves, Alarcón, el Castiello de Garcimuñoz, Belmonte, Montalvo, Çafra, Villar de Saz, Buenache, La Robda, El Provençio, La Puebla de Almenara, Villanueva, Yniesta, El Congosto, Çifuentes, Salmerón, Valdolivas, Alcoçer, Azeñon, Palaçuelos, Escalona, Aldeanueua, Daça…”

“…con todos los omnes e mugeres, asy cristianos como jodíos e moros moradores e los que adelante vinieren morar…”

A mediados de marzo del año 1373 don Alfonso, entronado como gran señor, con los numerosos títulos concedidos por el rey, marqués de Villena, conde de Ribagorza, condestable de Castilla, concede a Rodrigo de Cervera el señorío de Puebla de Almenara. Caballero de sus huestes, que le acompañó en la guerra civil y le ayudó el tiempo que estuvo preso a raíz de la batalla de Nájera en 1367. Se lo otorga como una donación perpetua para él y sus sucesores, y tal como él la recibió del rey Enrique II, con todos hombres, mujeres, términos, tierras, aguas, molinos, hornos, montes, bosques, herbajes y demás derechos, aunque conserva los propios como marqués, es decir, la aplicación de la justicia criminal “por la cual se sigue muerte o cortamiento de miembros”, el hacer pedidos o demandas, solicitar gente para cabalgadas, ser acogido en la villa y, por parte de Rodrigo de Cervera, rendirle homenaje, hacer la paz y la guerra cuando así lo decidiera don Alfonso de Aragón.

“…el de en que dio y hizo donazión al dicho don Rodrigo y a los suios para sienpre jamás dela villa de Almenara, asituada en el Reyno de Castilla y en el Marquesado de Villena, con honbres y mugeres de qualquier ley y condición que sean en ella y en sus términos, con tierras labradas y yerbas, con aguas, molinos, hornos, montes y postages y yerbages, rentas, esdevenimentos y otros derechos. Y con todos campríos, tajas, collectas y subsidios, queestas, leazes, colonias, banes, fadigas, carvalanjes, mejuratges, pesos y con todos otros qualesquier derechos vetiene en sí para los suios para sprel a juridizión criminal de pena de muerte o cortamiento de miembro delos hombres y mugeres dela dicha villa de la Puebla. Como, así mismo, el poder por todos tiempos hazer pedidos y demandas y enbiar a ella si fuere necesario hueste, cabalgadura y aquellas llevar consigo y por sí en aquellas partes que quisiere, así como a los otros vasallos del Marquesado”

Con el paso del tiempo, los nobles del marquesado de Villena, en especial los que pertenecían al concejo de Alarcón, dejaron de recurrir a don Alfonso de Aragón ante sus necesidades y demandas, para acudir con más frecuencia a la decisión real de Enrique III. En la Puebla de Almenara, Rodrigo de Cervera que se sentía mayor y sin descendencia para continuar con su señorío, recurre a su sobrino Jaime de Cervera para asegurar su sucesión. Curiosamente, como el resto de nobles y señores de Alarcón, Rodrigo de Cervera recurre a la autoridad real, alcaldes, jueces y regidores del lugar para confirmarlo como su hijo y heredero en un acto que se realiza en la villa el 13 de agosto de 1392, siendo refrendado por los vecinos al día siguiente.

Pero, aun así, todavía don Alfonso siente que tiene autoridad sobre sus territorios, aunque sus mandatos llegan tarde, pues los nobles, como referido, acuden antes a la aprobación real que a la del marqués. De modo que confirma la donación de don Rodrigo a su sobrino Jaime, vecino de la ciudad de Segorbe, hijo de Enpe de Cervera, el 18 de septiembre de 1394, dos años más tardes que fuese aprobado por el rey Enrique III.

En este final de siglo la relación entre el rey y el marqués comienza a deteriorarse. El rey pretende deshacerse de don Alfonso de Aragón y recuperar el marquesado que le concedió su abuelo, le retira el título de condestable de Castilla y pone a su favor a ciertos nobles de Alarcón. En 1395 mueve a los nobles para que ocupen posiciones y embarguen a quien pretenda detenerlos, se toma Alarcón y el Castillo de Garcimuñoz, entre marzo y abril se rebelan contra el marqués Chinchilla y Belmonte, un mes más tarde casi todas las villas entre las que se encuentra la Puebla de Almenara con su castillo. Don Alfonso no encuentra ni puede formar huestes que le socorran y para mayo Enrique III ya se considera señor de Villena, recuperando así todo el marquesado.

En esta situación de desconcierto y de aumento del poder real sobre el señorial, los vecinos de la Puebla de Almenara toman la decisión de enfrentarse con su señor, Rodrigo de Cervera y su sobrino, el que había sido nombrado hijo y sucesor. Los motivos no eran de este momento, sino que venían arrastrándose desde que don Juan Manuel impusiera un diezmo para él, como señor, en el momento que dio privilegios y carta poblacional. Al principio la población soportó estoicamente el nuevo impuesto, pero con el tiempo la carga se hizo cada vez más pesada, a medida que los diezmos se fijaban y regulaban; en tiempos del señor Cervera debían de pagar el diezmo al señor, según estableció don Juan Manuel, y el diezmo eclesiástico que se repartían el marqués don Alfonso y el propio obispado de Cuenca. Esta carga impositiva, asociada al descontrol del gobierno, rey contra el marqués para despojarle de los territorios, hicieron que los vecinos de la Puebla se levantaran contra su señor; incluso el rey reconoció que tuvo culpa en ello al ser el hostigador del levantamiento, en una carta que dirige a Cervera en marzo de 1395:

“que después que yo mandara que todas las villas e logares del marquesado tomasen mi voz y non obiesen por señor al dicho don Alfonso, marqués que solía ser, que los vezinos y moradores del dicho lugar de La Puebla, vuestros vasallos, que se levantaron contra vos e que vos non obedecieron …”

El rey confirma su carta puebla en abril de ese año y les retira la obligación de pagar el diezmo señorial, para confirmarlo de nuevo en junio. Pasado el verano, cuando los vecinos estaban obligados a pagar el diezmo de las cosechas recogidas, no lo hacen, entonces Cervera escribe al rey quejándose de desobediencia de sus súbditos y para solicitar que le permita vender su señorío, pues le han querido asesinar por dos veces consecutivas:

“que los vuestros vasallos de la dicha Puebla vos avían estado y están desobedientes y mal mandados e por dos vegadas vos avían querido matar …”

Enrique III retiró el pago del diezmo, pero más tarde autorizó a Rodrigo de Cervera la venta del señorío de la Puebla de Almenara, por tanto, todo volvía a su cauce, pues el nuevo señor seguiría cobrando su diezmo y la población pleiteó contra ello hasta bien entrado el siglo XVII. Enrique III alentó a la rebelión de los vasallos del marqués cuando le interesó ir contra él, pero luego, una vez conseguido sus propósitos los abandonó a su suerte para continuar con el orden establecido. Los habitantes de la Puebla de Almenara no pudieron quitarse la doble jurisdicción a la que estaban sometidos, la del señor y la del marqués, en este caso el propio rey, que tuvo que aplicar justicia y penas ante la rebelión contra él por parte de los súbditos del marquesado.

Para el 6 de diciembre del año de 1395, el rey Enrique III manda redactar un privilegio en pergamino, con su sello de plomo, a su secretario Diego Alfonso de Dueñas, por el que aprueba y confirma a Rodrigo de Cervera la merced que le hizo don Alfonso de Aragón (y dice en el pergamino “marqués que solía ser de Villena”, es decir ya había sido destituido de su marquesado) sobre la villa de la Puebla de Almenara, sita en el Marquesado, a pesar de haber mandado Su Majestad que todas las villas y lugares de él tomasen su voz, y no tuviesen por señor al dicho don Alfonso.

En la misma fecha, en otro privilegio redactado por su secretario en Madrid, aprueba y confirma un albalá de Su Majestad por el que da licencia y facultad a Rodrigo de Cervera, para que pueda vender y enajenar a cualquier persona, con quien él concertase, su villa de Puebla de Almenara, con su jurisdicción, vasallos, términos, diezmos, rentas y los demás que a ella le pertenecía.

Sepulcro de Enrique III en la Capilla de los Reyes Nuevos de la Catedral de Toledo. Dibujo de Cecilio Pizarro y Librado, Museo del Prado

Una de las personas que usó el rey Enrique III para llevar a cabo sus planes de anexionarse el marquesado fue el doctor Pedro Sánchez de Peralta o del Castillo, como también se le conocía, casado con Mari Sánchez del Castillo, de donde pudo tomar el nombre. Oidor del rey y su contador mayor, tuvo una gran influencia en que, los caballeros aragoneses que aparecieron con el marqués don Alfonso de Aragón y ocuparon ciertos señoríos en el marquesado de Villena, abandonaran o vendieran sus tierras cuando el marqués se exilió. Fue el caso de Rodrigo de Cervera que, tras la revuelta de sus vasallos, había obtenido el permiso para vender su señorío de Puebla de Almenara, a favor del doctor Pedro Sánchez que, indudablemente se estaba aprovechando de su posición. Rodrigo Cervera había conseguido mantenerse en el señorío traicionando a don Alfonso y poniéndose a favor del rey, pero los vecinos de la Puebla de Almenara no le deseaban ni querían reconocerle como señor, Pedro Sánchez usó en beneficio propio ese odio que le profesaban y soliviantó al pueblo contra Rodrigo, hasta tal punto que estuvieron a punto de matarle, segunda vez que lo intentaban, así Rodrigo se vio forzado a vender su señorío y pidió licencia al rey para ello.

La venta se produjo entre el 4 y 9 de octubre de 1395 en Valladolid y se confirmó en Madrid el 24 de noviembre. El privilegio real de concesión se dio en Madrid un año más tarde, el 20 de octubre de 1396, confirmado el 24 de noviembre, para tomar posesión el 29 del mismo mes. El rey dio facultad para que edificara fortaleza y pudiera fundar mayorazgo, le concedía el señorío alto y bajo, los diezmos y demás prebendas. No hubo, por tanto, un cambio en la política señorial, al antiguo le iba a sustituir uno nuevo con prerrogativas parecidas; de hecho, una de las razones por que se hizo tan rápida la venta era porque se incluía en ella el derecho del diezmo. Pagó por la compra 3.000 florines de oro aragoneses[6].

[6] El florín de oro aragonés a imitación del de Florencia, tenía unos 3,42 gramos de peso en oro de 18 quilates. De manera que por la compra de la Puebla de Almenara se pagaron 10,26 kg de oro. Convertidos a la moneda corriente, se pagaron 795.000 maravedís.

Cuando el sobrino, Jaime de Cervera, ahora hijo y heredero reconocido del señorío, se entera, pone pleito al nuevo señor, reclamando sus derechos, pero no tuvo excesivo efecto, pues Pedro Sánchez no deja de tomar posesión del señorío aún con el pleito por decidir. El derecho a diezmo sobre la Puebla de Almenara fue más que suficiente razón para que llegara a un acuerdo con él, en Illescas, el 22 de enero de 1399 después de tanto pleitear, Jaime recibe 1.100 florines del cuño de Aragón, 310 al contado y el resto cuando se cobrase la deuda que ciertos vecinos de Belmonte habían contraído con su tío al prestarles dicha cantidad del dinero que había recibido por la venta del señorío.

Su tío, Rodrigo de Cervera, había entregado de lo que tenía que cobrar de Pedro Sánchez, 880 florines prestados por mitad, es decir 440 florines que dio a Johan Navarro y otros 440 florines que entregó a Johan Gill, ambos vecinos de Belmonte. Por tanto, Jaime entrega una carta de pago, a ambos, cuando recibe esa cantidad, a la que había que restar 10 florines que sobraban de los 1.100 del total de la venta.

A Pedro Sánchez del Castillo le sucedió en el señorío su hijo Fernando de Peralta. Estos nuevos señores del marquesado se unen con políticas matrimoniales para afianzar sus posiciones, así la hija de Pedro Sánchez se casó con el hijo de Luis de Calatayud, señor del Provencio, para continuar con el señorío.

La Guerra de Sucesión Castellana entre Isabel y su sobrina Juana, viene a destruir la tranquilidad de la Puebla de Almenara; por aquellas fechas es señor Pedro de Peralta, el nieto de Pedro Sánchez del Castillo. Todo el marquesado es tierra contraria a Isabel, pues su señor, don Diego López Pacheco, se opone abiertamente a la toma de posesión del Reino de Castilla, apoyando la opción de Juana, hija legítima de Enrique IV, aunque corre un bulo para llamarla la Beltraneja, por hacerla hija del valido Beltrán de la Cueva.

Salida de los Reyes Católicos del Castillo de la Mota. Óleo de Fernando Álvarez de Sotomayor

El maestre de la Orden de Santiago, don Rodrigo Manrique, apoya la opción de Isabel y, siendo el marquesado limítrofe con la Orden, se producen batallas y enfrentamientos en uno y otro lugar. Caballeros de la Orden de Santiago entran en el marquesado, ocupan villas y lugares como la Puebla de Almenara y allí se refugian, huyendo del ataque y la destrucción de la cerca medieval que realiza el capitán del marqués Gonzalo de Villafuerte en Villamayor de Santiago. En el castillo de Almenara se hace fuerte otro capitán del marqués Juan de Valencia, hijo de Alfonso Téllez, desde donde hostiga a los caballeros de Santiago y a la misma población de la Puebla, a pesar de la tregua que había concedido al señor Pedro de Peralta; existe un manuscrito del año 1480, en que un vecino de Puebla de Almenara se quejaba de los robos de ganado que ocasionaban las gentes de armas que ocupaban el castillo.

Al término de la Guerra de Sucesión el señorío de la Puebla de Almenara está en posesión de María Peralta, biznieta de Pedro Sánchez del Castillo, quien, autorizada por los Reyes Católicos[7], y quizás forzada por ellos, vende el señorío al gran cardenal Pedro González de Mendoza el 30 de julio de 1487, una compra algo extraña para la familia Mendoza que no había entrado a formar parte, en los tiempos iniciales, de los señoríos del marquesado. Sea como fuere, María de Peralta que estaba casada con Juan de Heredia, probable familia de Diego de Heredia, corregidor del marquesado de Villena bajo el gobierno de don Juan Pacheco, se ve forzada a la venta porque se había empobrecido tremendamente, tampoco vivían en Almenara, sino que la familia se había trasladado a Segovia y había abandonado el mayorazgo. Sin recursos, las defensas del castillo comienzan a perderse.

[7] Los Reyes Católicos se encontraban en el Real del asedio de Málaga a los nazaríes. La ciudad se rindió el 13 de agosto del año 1487, entrando los reyes en ella el 18 de agosto. El rey Fernando quiso dar un escarmiento ejemplar, para que las ciudades posteriores que fueran asediadas supieran a lo que se iban a atener. Los supervivientes fueron esclavizados y las mujeres prostituidas; Málaga se convirtió en un enorme lupanar.

El Gran Cardenal, don Pedro González de Mendoza. Museo del Prado

La compra, 3.682.500 mrs, supuso un desembolso importante para el gran cardenal: entregó un cuento por la fortaleza; dos cuentos y 645.000 maravedís por la Puebla de Almenara y por la Fuente de Domingo Pérez; 7.500 por la dehesa; 30.000 por la huerta y sus tierras.

Los años siguientes, 1491 y 1492 el cardenal Pedro González de Mendoza ordena la reforma del castillo, es la época que se comienza a construir la cerca exterior, dotada de unas defensas más acordes con las guerras que se daban entonces preparadas para la artillería. La obra fue dirigida por el maestro de cantería Alberto de Carvajal, a quien le acompañaban Juan de Tarvernillas, Diego de Espina y Juan García de Praves. Carvajal cobraba 10.000 mrs al año más 45.331 mrs para salarios de peones y compra de materiales. Es de suponer que el cardenal no vio finalizada la obra pues fallece en Guadalajara el 11 de enero de 1495.

Plano de 1812 realizado por Simón Vall

Tuvo tres hijos, dos de ellos con Mencía de Lemos, dama de compañía de la reina Juana, a los que la reina Isabel llamaba “los lindos pecados”, más tarde les concedería su legitimación y posterior autorización del Papa Sixto IV para poder testar en ellos. El segundo, Diego Hurtado de Mendoza y Lemos, nacido en el Real del Manzanares en 1468, sería conde de Mélito y heredero del castillo y señorío de la Puebla de Almenara, que se transforma en un mayorazgo el año de 1489.

Diego Hurtado de Mendoza fue seguramente quien terminó de construir la cerca exterior que había comenzado su padre el cardenal. Es probable que fuera él quien pusiera un escudo de la familia, en uno de los cubos de la muralla que miran hacia la Puebla, con el lema de los Mendoza: “Ave María Gratia Plena”.

Escudo de los Mendoza en uno de los cubos exteriores de la fortaleza

Casó con Ana de la Cerda, señora de Miedes, Galve, Pastrana y Mandayona. Tuvo con ella tres hijos, el primero y primogénito Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, padre de Ana de Mendoza de la Cerda, el segundo Gaspar Gastón de la Cerda y Mendoza, casado con Isabel de Luna, tuvo como hijo a Íñigo López de Mendoza y Manrique de Luna.

A finales del siglo XV aparece un nuevo problema en el amojonamiento que se había realizado entre la Orden de Santiago y el concejo de Alarcón, ahora convertido en marquesado de Villena, en especial con los términos y aprovechamientos del mayorazgo de la Puebla de Almenara, cuyo señor era Diego López “Hurtado” de Mendoza. En la visita realizada por los reformadores de la Orden de Santiago el 25 de agosto de 1498 a Villamayor de Santiago, los oficiales del concejo se quejan al comendador Lope Zapata y al capellán Antón Sánchez Daza que los habitantes de la Puebla de Almenara transgredían continuamente los términos de la Orden, pasando con sus ganados y no respetando los mojones establecidos en 1241.

Para solucionar el problema y amojonar los términos, los reformadores citaron al procurador de don Diego López de Mendoza y al de la Puebla de Almenara, ninguno de ambos quiso acudir a la cita el día y hora que se había fijado, de modo que les declararon en rebeldía y, bastante enfadados, decidieron revisar los mojones por toda la Sierra Jablameña. Nombraron por testigos a Miguel Sánchez Esteban, Juan López Soberbio y Juan de la Sierra, todos vecinos de Villamayor, quienes fueron con los reformadores a la Sierra para amojonar:

E les mandaron que los lleven e señalen la mojonera, que es entre los térmynos de Villamayor e los térmynos de La Puebla de Almenara. E que, por amor, nin afiçión, nin por odio, nin mal querençia, dexen en ello de dexir la verdad. Los quales aviendo jurado, fueron a los mojones siguientes:

Primeramente, fueron a un mojón de piedras que estava en la cunbre de la sierra, en la senda de la Puebla, ençima de Prado Luengo. E de ay fueron a otro mojón de piedras que está la cunbre arriba, ençima de unas matas de marañas, junto con un pino pincarrasco, el qual hera de piedras, e pusyeron e asentaron otras piedras, ençima del dicho mojón, porque paresçe que estava desbaratado. E la mojonera adelante derecha, fueron a otro mojón que estava de frente la boca de un horno de miera[8], ençima la fuente que dizen el Collado, el qual dicho mojón estava desfecho y lo tornaron a fazer ponyéndole sus piedras. De ay fueron a otro mojón que estava en el padrastro, a ojo de la dicha fortaleza de La Puebla. E luego, fueron a la dicha fortaleza, siguiendo su mojonera derecha. E porque los dichos testigos, juntamente con Garçía Martínes, vesino de la dicha villa de la Puebla, que así mysmo juró, dixeron que çierta parte de la dicha fortaleza estava fecha e edificada en térmyno de la Horden, los dichos visytadores tomaron dos piedras e echáronlas dentro, en la dicha fortaleza, en señal de posesión que por la Orden tomavan, e de reclamación que hasían del edyfiçio nuevo, fecho en el término de la Horden, en su daño e perjuysio. E dende la mojonera delante, fueron a otro mojón que está en el padrastro, frente la dicha fortaleza aguas vertientes. Y en presençia de Juan de Riaño, alcayde de la dicha fortaleza de la Puebla de Almenara, se tornó a amojonar e fazer el dicho mojón, porque estava desfecho. E de ay fueron a otro mojón junto con el susodicho, al cabo del dicho padrastro. E de ay fueron a otro mojón, junto con el padrastro, al cuchillo de la syerra. E de ay fueron a otro mojón que parte los térmynos del Común de Uclés e de Villamayor e de la Puebla.

[8] Horno de miera. Horno, normalmente de piedra, que sirve para destilar la savia de las raíces de los enebros hembra. Mediante combustión se extrae una sustancia, la miera, que era utilizada para aplicar, externamente, al ganado lanar, de modo que evitaba enfermedades procedentes de picaduras de insectos, sarna y mordedura de víboras.

Luego, todos quatro, los dichos testigos, dixeron que de más de treynta años que se encubran, vieron los dichos mojones, que saben que heran padrones de entre los pueblos de Villamayor e la Puebla. E que de los dichos mojones abaxo hasia Villamayor, lo guardavan por término de Villamayor y lo comían con sus ganados, como vesinos de Villamayor. E que así lo oyeron dezir a sus pasados e mayores. E que agora, de doze años a esta parte, veen los dichos térmynos quebrantados, e que los entran, e comen, e prendan en ellos los vesinos de la Puebla, e los alcaydes que están en la dicha fortaleza. E que esta es la verdad.

Luego, el dicho alcayde Juan de Riaño, dixo que el dicho don Diego Lópes, en la dicha villa, non tienen ocupado cosa ninguna de los términos de Villamayor. E que libremente, pueden entrar e pastar, los vesinos de Villamayor, hasta los dichos mojones, como en cosa suya. Porque sy hasta aquí les han prendado, heran onbres malos que estavan en la dicha fortaleza, e non con consentimiento del dicho don Diego Lópes. E que non tiene en los dichos términos, el dicho don Diego Lópes, cosa ninguna, salvo una dehesa que dizen de Los Yedros de la Serresuela, que tiene arrendada, por çiertos años, del comendador de la dicha villa”

Al parecer el comendador de Villamayor había arrendado a don Diego la Dehesa de la Serrezuela de los Yedros por unos 300 maravedís. Quedaban dos años para terminar el arrendamiento, así que, los reformadores en su afán de proteger los términos, mandaron que el comendador no la arrendase más a persona alguna que no perteneciera a la Orden, y si no encontrase quién la quisiera, que fuera el propio concejo de Villamayor quien la tomase para sí y pagase la renta al comendador. También determinaron que si, en adelante, los vecinos de la Puebla de Almenara entrasen con sus ganados a pastar en sus términos, que lo denunciaran y siguiesen pleito ante un juez competente.

El manuscrito nos proporciona información de cómo se estaba haciendo nueva la fortaleza:

dixeron que çierta parte de la dicha fortaleza estava fecha e edificada en térmyno de la Horden … e de reclamación que hasían del edyfiçio nuevo, fecho en el término de la Horden

Nos dice cómo quedaron ladrones o salteadores de caminos después de la Guerra de Sucesión Castellana, hasta que don Diego continuase con la construcción:

Porque sy hasta aquí les han prendado, heran onbres malos que estavan en la dicha fortaleza, e non con consentimiento del dicho don Diego Lópes

Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, como primogénito, había recibido el mayorazgo de Puebla de Almenara tras la muerte de su padre en 1536. El año de 1553 obtiene una provisión real del rey Carlos I, en la que le concede facultad para obligar sus bienes, en especial su mayorazgo de Puebla de Almenara, pues su hija Ana de Mendoza ha contraído matrimonio con Ruy Gómez de Silva, Príncipe de Éboli y necesita dinero para asegurar la dote. A su muerte en 1578, su hija Ana de Mendoza de la Cerda, Princesa de Éboli, hereda todos los títulos de su padre, entre ellos el mayorazgo. Ahora bien, una de las condiciones establecidas en las capitulaciones de él, era que la transmisión del mismo debía seguir una línea masculina, de modo que según esa condición debería pasar a su primo hermano Íñigo López de Mendoza y Manrique de Luna[9].

[9] En los manuscritos también nombrado como Íñigo López de Mendoza y de la Cerda

“que sienpre lo aya, y erede, y tenga, y posea, y subçeda en todo ello, una persona según al orden susodicho, preçediendo el mayor al menor, y el nyeto al tío, y el barón a la henbra”

La Príncesa de Éboli no estaba dispuesta a desprenderse de ninguno de los títulos de su padre de modo que se estableció un largo pleito que tuvo resolución favorable a Íñigo. Todavía, durante el año de 1582, continuaban las luchas de la población contra su señor por la reclamación de pagos de rediezmos. Más tarde, por los servicios prestados a Felipe II, recibió el título de primer marqués de Almenara. A su muerte el año de 1591, que se produce sin descendencia, el marquesado pasó a poder de su hermano Diego.

Diego Hurtado de Mendoza y Manrique de Luna o de la Cerda, segundo marqués de Almenara, tampoco tuvo descendencia, de modo que, a su muerte, que sucede el año de 1609, deja por testamento todos los bienes que tantos pleitos y disgustos dieron a Ana de Mendoza, Princesa de Éboli, al nieto de ella, el tercer Duque de Pastrana, Ruy Gómez de Silva y Mendoza de la Cerda. De este modo tan simple regresaron los bienes originales a la rama de la familia Mendoza, que perdieron por cuestión de sexo.

Este Ruy Gómez, tercer Duque de Pastrana, es el señor de Almenara bajo cuyo señorío ocurren los hechos de despojo de la fortaleza para la construcción de la ermita de Nuestra Señora de la Misericordia.

En ese año de 1578 en que Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda fallece, tenemos una descripción de primera mano del estado de la fortaleza, a partir de las Relaciones Topográficas de Felipe II, transcritas por el beato agustino Julián Zarco-Bacas Cuevas:

«A los veinte y nueve capítulos dixeron: que la dicha villa tiene una fortaleza, un cuarto de legua de la dicha villa, que se dice El Castillo de Almenara, que está en la sierra Jarameña en un cerro alto, que está entre el término de la dicha villa y el de la de Villamayor, que es de la Orden de Santiago, que tiene tres puertas principales. La primera está en la primera cerca, hacia poniente; y la otra junto al rebellín; y la otra en el cuerpo de la fortaleza. Y hay una cerca que tiene seis cubos, y la dicha cerca diez pies de ancho.

Item, tiene unos sótanos antes de llegar al patín a la redonda del alxibe, que son caballerizas, que podrán estar en ellas cien caballos, y sus portales y zaguán.

Item, tiene la dicha fortaleza un patio enlosado y en medio de él un alxibe de agua, que tiene el patín a la redonda cien pasos, y el alxibe con mucha agua y buena, con ocho lumbreras de hierro y sus cerraduras, y corredores arriba.

Item, hay una sala que se dice la Guardarropa arriba, que tiene muchas piezas y rodelas y escopetas y tiros pequeños de campo, y ballestas, y tiene la dicha sala dos ventanas con sus rejas. Hay otra sala, que se dice la Guardarropa de Abaxo, que tiene algunas corazas y armas viejas, y en ella hay una tahona, y tiene dos puertas y una ventana con reja grande.

Item, hay treinta y cuatro aposentos altos y baxos en la dicha fortaleza.

Item, una ronda en la dicha fortaleza, que tiene ciento y cincuenta y seis pasos, y doce ventanas, y cuatro aposentos y una campana, y una torre que se dice del Homenaje.

Item, tiene la dicha fortaleza veinte rejas grandes de hierro a la redonda de la fortaleza.

Item, cuatro tiros, los dos grandes y los dos pequeños, de hierro.

Item, hay siete chimeneas en los aposentos, y está en un cerro armada sobre piedra».

 Queremos hacer notar e incluir, en esta breve historia, un hecho importante para la población de la Puebla de Almenara y para la Hermandad de Ntra. Sra. de la Misericordia, la carta completa que dirige el mayordomo de la ermita Pedro de Priego, el año de 1612, a su excelencia el Duque de Pastrana, informando de la ruina del castillo y fortaleza, para que haga limosna y permita tomar los despojos con los que construir una ermita decente donde alojar a Sacratísima Virgen:

Ynformaçión como está arruinado

El castillo de Almenara

En Almenara en primero de abril de myll e seysçientos y doze años, ante Bartolomé Moreno, alcalde ordinario en esta villa, la presentó el contenydo, y pidió lo en ella contenido, justiçia y testimonyo.

Pedro de Priego, vezino de la Puebla de Almenara y mayordomo que soy de Nra. Sª. de la Misericordia.

Digo que a mi derecho conviene hazer informaçión como el Castillo de Almenara ha muchos años que está por el suelo, arruynado, por no averle jamás reparado los señores anteçesores dél, y porque la poca madera, y teja, y demás despojos, dentro de un año, por las aguas y temporales, y el hurtarlo cada día por estar, como está, sin puertas, no abrá cosa alguna.

Y en el mismo distrito de Almenara está la dicha imagen de Nra. Sra. por averse apareçido allí y ser de mucha devoçión, que de muchas partes concurre mucha gente a visitarla. Y está con poca deçençia por tener la casa tan pobre. Y haçiendo el Duque de Pastrana, mi señor y señor que es desta villa y su tierra, limosna a la dicha imagen de los dichos despojos, se podría hazer una muy buena casa.

A V. M. (vuestra merced) pido y suplico mande que se haga informaçión de los testigos que fueren presentados por mi parte y, hecha, se me entregue para en guarda de mi derecho.

Pido justiçia y para ello, etc.

Pedro de Priego

El mayordomo presenta una serie de testigos ante el alcalde ordinario de Puebla de Almenara, Bartolomé Moreno, para reforzar su petición ante el Duque de Pastrana, y el mismo alcalde le dice que hará toda la justicia que esté en su mano. Toda la relación de los testigos se hace en presencia del escribano de la villa, Francisco de Andrés, quien da fe de los testimonios:

E presentada, el dicho alcalde mandó que dé ynformaçión, que es presto de haçer justiçia. Y lo firmó de su nonbre.

Ante mí, Françisco de Andrés, escribano

Se interroga a los siguientes testigos, vecinos de la villa, algunos de ellos de oficio alarife, como expertos que pueden verificar la ruina de la fortaleza y reforzar, por ello, su petición  :

El licenciado don Alonso Ramírez de Arellano, cura párroco de Puebla de Almenara.

Pedro López, de oficio carpintero, él se define como alarife, de 30 años.

Gabriel Rodríguez, maestro alarife, de 50 años.

Juan Díaz, de 50 años.

Pedro de Zamora, de 50 años.

Julián Domínguez, de 40 años.

Francisco López Franco, de 55 años.

Pedro Ruiz, de 32 años.

Alonso Sánchez el viejo, de 61 años.

Bartolomé de la Peña, de 60 años.

Antonio Valentín, de 30 años.

Se termina de redactar y preguntar a los testigos el 8 de abril de 1612. Firman e, alcalde ordinario, Bartolomé Moreno y el escribano con su signo.

Firmas del alcalde ordinario y del escribano, quien añade se signo. Propiedad del Archivo Histórico de la Nobleza [AHN,OSUNA,C.2049,D.2]

Incluyo la transcripción de uno de los testimonios, el correspondiente a Gabriel Rodríguez, maestro alarife:

(Testigo) Después delo susodicho en la dicha villa dela Puebla de Almenara, día, y mes, y año susodicho, el dicho Pedro de Priego, mayordomo dela dicha ermyta de Nra. Señora dela Mysericordia, para ynformaçión delo dicho, presentó por testigo a Gabriel Rodríguez, maestro alarife, vezino desta villa, y dél se reçibió juramento en forma de derecho, y él lo hiço, y prometió de deçir verdad.

Y siendo preguntado por el tenor dela dicha petiçión, dixo que sabe la fortaleça que está en término desta villa, que de presente es señor della su excelencia del Duque de Pastrana, my señor y señor desta villa. Y sabe, por aberla visto y myrado como alarife que es, y echado de ver dela forma que está. Y sabe que se va hundiendo, y que ay mucha parte della hundida.

Y algunos pedaços della están que se tienen con enpentas[10], y que ay muchos perdidos, que a no tener las dichas enpentas se ubieran hundido. Y que ay quitadas muchas puertas y ventanas, y que se las an llevado hurtadas. Y algunas que ay se ban pudriendo y cayéndose, que se an llevado muchas rexas y de otras van quytando pedaços para llevárselas, sin que se pueda remediar.

Porque los techos se van hundiendo unos sobre otros, de manera que a de venir a dar todo a tierra. Y las puertas prinçipales, a muchos días que están caydas y hechas pedaços del tiempo. Y muchas rexas, demás destas que se an llevado, del tiempo se van consumyendo y algunas se caen.

Y esto todo a suçedido de causa de que los señores anteçesores de su excelencia, este testigo no sabe que la ayan reparado. Y por estar dela forma dicha sabe este testigo que an hurtado muchas puertas, y ventanas, y rexas, y llevado solas sin podello resistir, porque, aunque Sancho de Ganboa, alcayde dela dicha fortaleça, a hecho dilixençias no le a servido y a venydo a efeto de tapiar las puertas con cal y canto y venir a ronpellas y llevarse lo dicho.

Y que este testigo sabe la hermyta dela ymaxen de Nra. Señora dela Mysericordia, que está zerca del dicho castillo y que la casa que tiene es muy yndeçente, porque está a texa bana y la madera dela cobertura es muy ruyn porque es de la tierra. Todo lo qual es de cavsa de ser pobre la dicha ermyta, que no tiene renta, sino solo la limosna, por donde la dicha casa es muy yndeçente para la Sacratísima Virgen. Y que se tiene mucha devoçión con ella y acude mucha xente delas comarcas a tener nobenas y belar muchos días entre años.

Y si su excelencia, para haçer la casa a la Virgen, fuese servido, delos despojos dela dicha fortaleça, dárselos, haría un muy gran serviçio a Dios y a Su Madre. No obstante que si no se repara la dicha fortaleça se a de venir a caer y quedar sin provecho.

Y esto es la verdad so cargo de su juramento. Y es de hedad de çinquenta años, poco más o menos. Y no firmó porque dixo no saber.

Bartolomé Moreno (alcalde que firma en nombre de Gabriel Rodríguez)

Ante mí, Françisco de Andrés

De la información de los testigos, podemos entresacar como se deteriora la fortaleza en el período que va desde las Relaciones Topográficas de Felipe II, año de 1578, hasta la probanza de testigos del mayordomo de la ermita de Ntra. Sra. de la Misericordia, Pedro de Priego, el año de 1612. En tan solo 34 años.

Se dice que un vecino de Puebla de Almenara había fallecido en la fortaleza hacía como unos dos años, es decir, el año de 1610. Al intentar pasar por un portillo, junto con otros vecinos, se le cayó la puerta encima y un trozo de muro.

Había entrado mucha gente para hurtar y llevarse las puertas de madera y las rejas de hierro de las ventanas. Fuera de una de las puertas de la fortaleza había una viga grande, al parecer había quedado allí preparada para llevársela. Debido a las inclemencias del tiempo y en el modo de destrucción que se encuentra la fortaleza, toda la madera se está pudriendo y acabará cayendo todo a tierra.

Otro testigo declara que, en la torre, por causa que la madera se está pudriendo y venciendo por su causa, los suelos de las habitaciones superiores van cayendo unos sobre otros, de modo que todos los pisos darán por tierra en poco tiempo. Hoy día se pueden ver donde apoyaban esas maderas que configuraban los suelos y techos de las habitaciones, que debieron ser de gran belleza.

Unos aldabones de un tiro de artillería los han quitado y llevado. Todas las rejas pequeñas de hierro, que estaban en el patio, las han robado.

Hace ocho años (1604), el alcaide de la fortaleza Sancho de Gamboa, hizo un intento de proteger la fortaleza, puso cerraduras en las puertas, pero como está abandonada en medio de la sierra, la gente las volvió a quebrar para poder entrar. Hace dos años, hizo tapiar los huecos de los portillos a cal y canto, pero a los pocos días rompieron los tapiales para poder entrar.

Todos los testigos echan la culpa a los antecesores del tercer Duque de Pastrana. Es claro que así fue, el largo pleito que mantuvo Ana de Mendoza con su primo hermano, la ausencia de éste en el reino de Aragón, y la de su hermano Diego posteriormente, fue consecuencia que nadie se ocupara en el reparo de la fortaleza, para acabar en el deterioro en que se encontraba. Además, la probanza de testigos tenía como objetivo el solicitar la limosna del Duque, por ello no podían culparle abiertamente de tal ruina.

La ermita de Ntra. Sra. de la Misericordia era de construcción muy pobre. Aunque no lo indica, las paredes serían de tapial de tierra, según la costumbre constructora de la zona y de la época, el techado era de teja sin más, soportada por un maderamen de madera muy pobre y tosca, sin labrar, que había sido cortada de los árboles de la zona. Ahora querían hacer una ermita digna de la Sacratísima Virgen, usando los sillares del castillo, sus buenas vigas de madera y el poco hierro que debió de quedar, pues la mayoría lo habían ido hurtando a lo largo de estos años.

La Virgen se merecía todo, no en vano se había aparecido en ese collado de la Sierra de Almenara. Allí acudía no solo los vecinos del pueblo, sino mucha gente de las comarcas cercanas y gente muy principal, le ofrecían novenas y velaban la imagen durante muchos días al año.

Todos los testigos acaban su declaración solicitando a su excelencia el Duque de Pastrana, señor de ellos y de la villa, que haga limosna a la Virgen cediendo los despojos del castillo. Ellos prometen hacerle patrón de la ermita y le dan la posibilidad de colocar su escudo de armas sobre ella.

Bibliografía

Todo lo escrito anteriormente está tomado de los siguientes libros, documentos y manuscritos:

Coll, Jaime; Cooper Edward; Huélamo, Juana Mª; Solías, José Mª. “El Castillo de la Puebla de Almenara”. Diputación de Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses don Juan Manuel.

Corchado Soriano, Manuel. “Toponimia medieval de la región manchega. VII centenario del infante don Fernando de la Cerda 1275-1975. I.E.M. Ciudad Real, 1976.

Hervás, Lorenzo, abate. “Descripción del Archivo de la Corona de Aragón y Noticia del Archivo General de la Militar Orden de Santiago”. Cartagena, 1801.

Pretel Marín, Aurelio; Rodríguez Llopis, Miguel. “El Señorío de Villena en el siglo XIV”. Instituto de Estudios Albacetenses don Juan Manuel. Albacete, 1998.

Pretel Marín, Aurelio, Miguel. “Alcaraz y su Tierra en el siglo XIII”. Instituto de Estudios Albacetenses don Juan Manuel. Albacete, 2011.

Pretel Marín, Aurelio, Miguel. “El Señorío de Villena en el siglo XV”. Instituto de Estudios Albacetenses don Juan Manuel. Albacete, 2008.

Rivera Garretas, Milagros. “La encomienda, el priorato y la villa de Uclés en la Edad Media (1174-1310). Formación de un señorío de la Orden de Santiago”. 1985.

Vara Izquierdo, Consuelo. “El Castillo de Almenara”. Asociación de Amigos de los Castillos. 1990.

Manuscritos

AHN,OM,L1068. Libros de visita de la Orden de Santiago correspondiente a 1498.

AHN,OSUNA,Cajón.2048 y Cajón.2049. Manuscritos de Puebla de Almenara y su castillo.

AHN,OSUNA,Cajón.2050 y Cajón.2051. Manuscritos de Mayorazgo Puebla de Almenara, correspondientes a la familia Mendoza.

 

 

Un comentario en “Breve historia de Puebla de Almenara y su fortaleza

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