Fiestas en La Mota en el siglo XVI

           La Mota del Cuervo es una población de la Mancha Santiaguista que tiene a bien celebrar sus fiestas con gran boato y participación de todo el pueblo.

            Son muchas las fiestas que celebramos:

            El Corpus con sus danzantas y bailes tan alegres y amenos.

            Las fiestas dedicadas a Santa Rita, desde que D. Félix Palacios construyese el barrio del mismo nombre allá por los años cuarenta del siglo pasado.

            La Traída de Ntra. Sra. de Manjavacas desde su ermita cerca de la laguna, transportada por los anderos a la carrera en un recorrido de una legua larga (cuatro valientes ponen sobre sus hombros un peso mayor de cien kilogramos y corren los siete kilómetros que hay desde la ermita hasta el pueblo).

            Las fiestas en honor a la Virgen del Valle y San Agustín, patrones de los cantareros y del barrio de las Cantarerías, que tanta fama dieron antaño a La Mota.

            Las fiestas molineras, con elección de Dulcinea y Quijote Universal a ilustres personajes de las ciencias y letras nacionales.

            Y todavía se queda en el tintero alguna fiesta más.

            Toda esta relación viene a colación para decir que los habitantes de La Mota sólo continúan con sus antiquísimas tradiciones y su caridad con el prójimo.

            Allá por el siglo XVI, en el año de 1576, Simón López, vecino de La Mota y procurador de su concejo, solicitaba al rey Felipe II concediese su licencia y provisión real para continuar celebrando sus fiestas, procesiones y la caridad que en ella se repartía entre los más necesitados y pobres, según como tenían hacerlo por costumbre, y por voto de todo el pueblo, de mucho tiempo atrás.

            Como ahora, entonces eran muchas las fiestas que se celebraban en honor de San Sebastián, San Miguel, San Gregorio (se refiere a San Gregorio Nacianceno) y San Mateo, en las que el ayuntamiento repartía entre los pobres seis fanegas de pan cocido, alrededor de 210 panes de a kilo, y cuatro arrobas de vino, equivalentes a 64 litros; además de entregar a la iglesia cuatro libras de cera para ir alumbrando las procesiones correspondientes por las calles del pueblo. Hago notar que ya se hablaba del marchamo “pan de La Mota” desde ese siglo XVI y que ha llegado hasta nuestros días.

            Sabed que Simón López, en nombre del concejo, justicia e regimiento de la villa de La Mota, nos ha hecho relación que la dicha villa ha estado en costumbre y es voto del pueblo de gastar de sus propios y rentas en cada una de las fiestas de San Sebastián, Sant Miguel, Sant Gregorio, Sant Matheo, seys hanegas de pan cozido y quatro arrobas de vino que se dan en caridad a los pobres, y, así mysmo, gastan quatro libras de çera en las proçesiones de las dichas fiestas.

            Simón López pedía licencia para gastar el dinero en caridad a los pobres, porque algunos de los jueces de residencia que el rey enviaba para auditar los gastos de los propios del concejo, no querían pasarlos en cuenta y se los rechazaban.

            E algunos de los juezes que han ydo a tomar las quentas de los propios del dicho conçejo, no quieren pasar en quenta los dichos gastos porque no tienen licencia nuestra, suplicándonos se la mandásemos conceder para que pudiesen dar el pan, vino y çera, que de suso se haze mynçión, en cada un año, o que sobre ello proveyese como la nuestra merced fuese.

            El rey Felipe II dio mandamiento al Consejo de Órdenes para que enviase una persona que comprobase desde cuando hacían las fiestas y gastos; si convenía que se hiciesen o debían guardar alguna moderación en ellas; si la villa tenía bastantes propios para dichos gastos sin que afectasen a los gastos ordinarios y forzosos, y en ese caso de dónde y cómo podrían sacar los maravedís para hacer esas caridades. Para averiguar todo lo anterior y enviar al rey la información, mandó que reuniese a todos los vecinos que quisiesen asistir a concejo abierto y campana tañida, un domingo o día de fiesta por la tarde, para saber si estaban todos de acuerdo en este asunto, o el que no lo estuviese diese sus razonamientos de por qué no lo estaba.

            Los habitantes de La Mota continuaron celebrando sus fiestas y entregando sus caridades a los pobres. Hoy día continuamos celebrando aunque sean otras distintas.

 

 

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